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La Academia Militar de West Point

Publicado por Pablo

West PointLa Academia Militar de West Point se construyó en un apacible territorio cercano al Río Hudson. Se fundó en 1802, por empeño de Thomas Jefferson, que pensó no sólo en la utilidad de dar una formación técnica avanzada a los ingenieros militares, sino también en el beneficio que sería si éstos, además de intervenir en el ejército, pudieran desarrollar los beneficios de su trabajo en el ámbito público.

Fue sin duda el inicio de un sello particularmente propio del ejército americano: a pesar de su vida apartada de la sociedad civil, y de alabar los conceptos de honor y trabajo, éste nunca desarrolló una ideología militar pretoriana del todo alejada de la vida civil. Al contrario, el ejército ha sido siempre un importante creador de grandes técnicos, ingenieros, y políticos.

El carácter de la academia lo fijó el Superintendente Thayer entre 1817 y 1833. Fue él quien introdujo un currículo según el cual cada estudiante era evaluado cada día por sus instructores, y una serie de deméritos acumulativos para fortalecer los estrictos estándares de expulsión del programa. Permanecer en West Point se convirtió en cuestión de héroes, confirmando la visión elitista de sus fundadores y el objetivo de que en esta academia se formaran, sólo, los mejores. El único idioma extranjero que se enseñaba era el francés, y todo el sistema estaba imbuido por un gusto exacerbado por el formalismo.

Este culto a la formalidad recibió un nuevo impulso, aunque acompañado de ciertas modificaciones, por Mahan –profesor de ingeniería entre 1832 y 1871, cuando muchos generales de la guerra civil aplicaron su experiencia en combate para mejorar la instrucción de los jóvenes líderes. Por ejemplo, se empezó a enseñar que la clave de una batalla era tomar los puestos clave de la misma, antes que preocuparse por lanzarse a destruir completamente al enemigo.

El éxito de West Point, sin embargo, ya era un realidad antes de la guerra civil: durante la contienda, 291 generales unionistas, y 151 confederados, se habían graduado en la academia militar. Sin embargo, los favoritos de Mahan siempre fueron Halleck y McClellan, que eran de los que pensaban que una guerra se podía ganar únicamente manejando los movimientos con inteligencia.

Cuando los oficiales se graduaban, empezaban a comandar contingentes en la guerra. Pero no sólo era esa la utilidad de la academia, sino que, como había querido Jefferson, de ella salieron algunos de los ingenieros más extraordinarios del país. Prueba de ello fue, por ejemplo, la construcción del Canal de Panamá por Goethals.

La última modificación importante fue ya parte del siglo XX. El General MacArthur había aconsejado la introducción de una asignatura que tratara específicamente cuestiones de liderazgo, materia que no existía hasta ese momento y que hubo de esperar su introducción a la presidencia de Eisenhower.

Al ritmo que lo hacía todo lo militar, West Point cayó en un importante descrédito durante la Guerra de Vietnam. Se acusaba a sus miembros de perpetuar abusivos y decadentes rituales masculinos, lo que unido a la presión feminista, consiguió que las mujeres fueran admitidas en la academia, por primera vez, en 1976.