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Carlos el Temerario

Publicado por Víctor

Carlos el TemerarioCarlos el Temerario (1433-1477) fue quizás el más célebre de los duques de Borgoña, su personalidad fuerte y su amplia obra política han contribuido a su especial trascendencia, aunque no menos lo ha hecho su trágica muerte y el fin, tras ella, de su sueño borgoñón en centroeuropa. Hombre de grandes contradicciones, Carlos fue educado tanto en el uso de las armas como en el conocimiento de los clásicos, y fueron las historias de los grandes conquistadores de la antigüedad las que moldearon su personalidad agresiva y audaz.

Carlos nació en Dijon en 1433, hijo de Felipe el Bueno de Borgoña (duque entre 1419-1467) e Isabel de Portugal, hija de Juan I de Portugal. Desde muy niño, mientras duró su infancia en los Países Bajos, Carlos recibió una educación marcial y fue estrecho colaborador de su padre Felipe III, pero sus diferencias se fueron acentuando a medida que Carlos crecía. El joven conde de Charolais, dignidad que ostentó en tanto vivió su padre, veía en la política de Felipe el Bueno una sumisión a los intereses franceses, desde que se reconciliara con Carlos VII en 1435. Este rey francés, de hecho, estaba detrás del asesinato del padre de Felipe y abuelo de Carlos, Juan Sin Miedo. Orientado por la familia cortesana de los Croy, Felipe el Bueno mantenía buenas relaciones con los franceses, algo que Carlos detestaba.

Carlos, de hecho, tenía ambiciosos planes para Borgoña que no pasaban por la rendición a sus enemigos franceses. Inteligente y cultivado, Carlos había crecido con las historias de los caudillos de la antigüedad. Era, a la par de instruido, impulsivo, violento y prepotente. Odiaba recibir consejos y su coraje en el combate y a la hora de tomar decisiones rozaban lo temerario. Carlos soñaba con una Borgoña que uniese los Países Bajos y la Borgoña propiamente dicha, que en aquel entonces estaban separadas por Lorena (parte del Imperio) y la Champaña, del rey francés. Renacía así la posibilidad de que un gran reino mediase entre Francia y Alemania, una nueva Lotaringia en pleno Renacimiento, algo que el duque Carlos estuvo cerca de conseguir.

En 1452 ya daba señales de su agresiva actividad. En ese año, aplastaba una rebelión flamenca, pero no fue hasta el año 1465 cuando, por razón de las concesiones que su padre Felipe III realizaba al rey francés Luis XI, se hizo mediante la fuerza del poder en el ducado. Todavía faltaban dos años hasta que se convirtiera oficialmente en Duque de Borgoña, a la muerte de su padre, pero regía efectivamente el ducado. Recuperó los condados cedidos por su padre a Luis XI, la Picardía y Bolougne, después de los tratados que impone a Luis XI tras la batalla de Monthlery (1465), en la que había derrotado al francés.

Lieja se volvió contra él tras la muerte de Felipe el Bueno en 1467, con el apoyo de Luis XI, pero Carlos marchó contra el principado con sus tropas, derrotó a los resistentes y tomó Lieja. A su sometimiento acudió Luis XI como parte de los pactos de paz firmados con Carlos, en los que además de la humillación de contemplar el sometimiento de sus aliados, el rey francés se comprometía a entregar a Carlos la Champaña, entre otros territorios. Pero Luis XI faltó a su palabra y no hizo entrega de lo acordado, acusando al duque de traición, a lo que Carlos respondió atacando Beauvais sin éxito.

En adelante, la política de Carlos irá dirigida a conseguir ser coronado rey. Se había convertido a la sazón en uno de los nobles más poderosos de Europa, lo que quizás inquietó al Emperador Federico III, que había acordado coronarlo en Trier. El emperador no acudió a la cita en 1470, y Carlos no alcanzó el título real.

Esto no le impidió tener papel destacable en todas las querellas dinásticas y nobiliarias de la región centroeuropea. Su ambición terminó con el agotamiento de sus aliados, y un enemigo en cada señorío. Se negó a restablecer al archiduque de Austria, Segismundo, sus posesiones en Alsacia, por la devolución de una suma de dinero por la que le había sido cedida. Intervino en los asuntos internos de la confederación suiza, que luchaba contra Yolanda de Saboya (aliada de Carlos), y desafía al duque de Lorena por la sucesión del ducado, donde ocupó Nancy.

Con Eduardo IV colaboró para su invasión de Francia y proyectada coronación como rey francés (1475), pero por el tratado de Picquigny, Luis XI compraba la paz al inglés y conseguía su renuncia al trono de Francia. En 1476, el desposeido duque de Lorena y sus aliados suizos lograron arrebatarle Nancy, a lo que Carlos reaccionó atacando con su ejército, siendo derrotado y muerto el 5 de enero de 1477.

Su ambicioso programa político, orientado a convertir Borgoña en un poderoso reino que abarcase un amplio territorio entre los Países Bajos, Champaña, Borgoña, Alsacia y Lorena, se vino inmediatamente abajo cuando uno de sus más estrechos aliados lo traicionó en Nancy, dándole muerte y abandonando su cadáver en el campo. Había casado en segundas nupcias con Isabel de Borbón, que le dio a su única descendiente, María (esposa de Maximiliano de Austria). En 1468 volvió a casar, esta vez con Margarita de York, sin hijos.

Su cadáver mutilado fue encontrado en las cercanías de Nancy, devorado por las fieras, y trasladado a la cripta de la familia hasta que en 1550, su bisnieto Carlos I de España y V de Alemania, lo trasladó a Brujas, donde fue sepultado junto a su hija María.

A imagen de los caballeros de antaño, Carlos, como buen militar, tenía por divisa de batalla Me atrevo.