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El Reino Unido en la época de entreguerras

Publicado por Pablo

Badlwin con HitlerLa situación económica del Reino Unido al acabar la Primera Guerra Mundial era preocupante. Era, desde luego, mucho menos boyante que la francesa, aunque sus problemas –agravados por el conflicto- ya venían manifestándose desde varios años antes.

Las industrias tradicionales, como la textil o la del carbón, sufrieron un enorme descenso de producción, lo que provocó graves descontentos sociales y una huelga general, en 1926, en la que los mineros permanecieron hasta seis meses sin acudir al trabajo. El comercio exterior, por su parte, se encontraba prácticamente bloqueado por dos razones: el creciente desarrollo económico acaecido en los dominios coloniales, y el mantenimiento del patrón oro, que provocaba una sobrevaloración de la libra y una dificultad enorme para dar salida a las exportaciones.

Sin embargo, y al contrario de lo ocurrido en Francia, la vida política inglesa estuvo marcada por la solidez de las instituciones y la continuidad del clima de antes de la guerra. La única novedad fue la sustitución del viejo Partido Liberal por el nuevo Partido Laborista en la alternancia política con los conservadores.

Tras triunfar la colación presidida, en 1918, por el liberal Lloyd George, en 1922 perdió el poder y fue sustituida por el conservador Law, al que luego sucedería Stanley Baldwin (en la foto, junto a Adolf Hitler) hasta mediados del 1924. Ese año se produjo, por primera vez en la historia del país, el ascenso al poder de un líder laborista: Ramsay MacDonald.

No tuvo mucha fortuna, pues fue sustituido a los seis meses por Baldwin, de nuevo, que se mantuvo en el cargo hasta 1929. Fue ése un período más o menos estable en lo económico, beneficiado por una ola de prosperidad mundial.

En 1929 retornó de nuevo al gobierno el laborista MacDonald, que luego aglutinó a un gobierno nacional hasta 1935. Fue él, por tanto, quien hubo de hacer frente a los graves problemas de la crisis económica. Y para ello abandonó algunos de los principios económicos más antiguos de Gran Bretaña: devaluó la libra, retornó a un protecciones moderado y, sobre todo, hizo que el Estado interviniera en la economía, algo insólito desde los tiempos de Adam Smith. Las medidas tuvieron éxito y se logró una mejora general del nivel de vida, algo parecido a lo que León Blum haría en Francia sólo unos años después.

A partir de 1935, sin embargo, se produjo otro giro político en Downing Street. Liderados por Baldwin, primero, por Chamberlain, después, y por Churchill, finalmente, los conservadores retomaron un poder que no perderían hasta el triunfo de Clement Attlee en 1945, con la guerra ya finalizada.

Casi todos los historiadores confirman que fue la ausencia de partidos políticos extremistas, así como el arraigo secular del parlamentarismo en el primer país parlamentario del mundo, lo que explica la fortaleza indisoluble de este sistema político, en un contexto –el de entreguerras- en que las viejas democracias liberales se vieron acechadas en todos los países.

Hemos de hacer referencia, aunque sea tangencialmente, a otro hecho político de primera línea que hubieron de afrontar los británicos durante esta época: la independencia de Irlanda, reivindicada políticamente desde 1919. El proceso estuvo teñido de graves problemas pero tras un enfrentamiento militar, la isla se partió entre los protestantes unionistas del norte (Ulster), y los católicos independentistas del sur (Eire). Así nació y se incorporó la Irlanda independiente a la pequeña lista de países democráticos forjados en la época de entreguerras.