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José Gervasio Artigas

Publicado por Hilda

José Gervasio ArtigasHijo de Martín José Artigas y de doña Francisca Antonia Arnal, nació el 19 de junio de 1764, en Montevideo.

Estudió en el Colegio de San Bernardino, perteneciente a la orden de los franciscanos, y luego, con tan solo 12 años, se dedicó al campo y a la compra-venta de cueros, utilizando el medio ilegal del contrabando. Adquirió gran habilidad en el manejo del cuchillo y de los caballos, relacionándose muy positivamente con los aborígenes charrúas.

De su unión con Isabel Sánchez, nació su hijo Manuel, en 1791. El 23 de diciembre de 1805, se casó con Rafaela Villagrán, su prima, que lo convirtió en padre de José María, Francisca y Petronila. La locura se desencadenó en su esposa al ver morir a edad muy temprana, a sus hijas mujeres.

El oficio de las armas lo adquirió a partir de 1797, cuando ingresó al Regimiento de Blandengues, como soldado de caballería. Fue ascendido al grado de oficial y luego se retiró de la fuerza, en 1805, para retornar poco después, y participar en las Invasiones Inglesas.

Luego de la Revolución de Mayo, Artigas actuó junto a la Primera Junta de Gobierno constituida en Buenos Aires, que le otorgó el rango de Teniente Coronel, para derrocar al gobierno español.

Sin embargo, a pesar de que su ideario era liberal y republicano, igual al de los miembros de la Revolución de Mayo, Artigas prefería un federalismo similar al establecido por Estados Unidos.

El 28 de febrero de 1811, se produjo el llamado “Grito de Asencio”, en la Banda Oriental, levantamiento campesino en favor de la causa revolucionaria, liderado por Venancio Benavídez, Pedro José Viera y Ramón Fernández.

Con su ejército de gauchos, consiguió una gran victoria en el combate de Las Piedras, el 18 de mayo de 1811, logrando sitiar Montevideo. El Primer Triunvirato, órgano político que reemplazo a la Junta Grande en Buenos Aires, decidió pactar con los realistas, ordenando el retiro de las fuerzas sitiadoras, lo que hirió profundamente los sentimientos de Artigas.

Esto desencadenó el éxodo oriental, donde el caudillo fue seguido por más de quince mil personas, de todas las edades, que traspusieron el río Uruguay, llegando hasta Entre Ríos, acampando en Ayuí. El Primer Triunvirato desconoció a Artigas como jefe del grupo y nombró a Sarratea, para conducir las tropas. En 1812, Sarratea fue reemplazado por Rondeau, al disolverse el Triunvirato. Éste devolvió el mando a Artigas, y las tropas a su mando resolvieron unirse a las de Buenos aires en el sitio de Montevideo.

Artigas era un hombre resolutivo, no podía esperar lo que los porteños llamaban “el momento adecuado” para declarar la independencia. Él quería que se hiciera sin dilaciones. Así lo expresó en las instrucciones que llevaron los diputados orientales a la Asamblea del Año XIII. Era además partidario de un federalismo que reconociera las autonomías provinciales, y erradicara a Buenos Aires como cabeza del nuevo estado.

Sus diputados fueron rechazados por problemas de forma. Las instrucciones estaban contenidas en 20 artículos, donde se exigía romper todo vínculo con la corona española y con la dinastía borbónica. Como sistema político imponían el de la confederación, mediante un pacto recíproco entre las provincias. Se promovía la libertad, tanto civil como religiosa y la reserva por parte de las provincias de todo el poder no delegado.

Declaraba la división en tres, de los poderes estatales, que debían ser completamente independientes entre sí. Determinaba que la Banda Oriental estaría integrada por los pueblos de Misiones y algunos ocupados por los portugueses. La Banda Oriental se reservaba su soberanía e independencia, en todo asunto no delegado a las Provincias Unidas del río de La Plata, contando con su propia constitución. Se sostenía la apertura de los puertos de Maldonado y Colonia. En el artículo 19 se exponía el deseo de que Buenos aires no se constituya en el lugar de residencia del gobierno de las Provincias Unidas. La Constitución debería establecer una forma de gobierno republicana, asegurando las libertades y derechos provinciales.

Artigas era mal visto por el gobierno porteño. No era dócil a las órdenes impartidas desde Buenos Aires, y sus propuestas de reparto de tierras, asustaban a la oligarquía porteña. Ante su oposición, durante el mandato del director Supremo, Gervasio Antonio Posadas, se lo declaró enemigo de la causa revolucionaria, fue acusado de traidor y se le puso precio a su vida. Fue de 6.000 pesos la recompensa ofrecida para quien lo entregara, vivo o muerto. También se decidió que todos los partidarios del jefe oriental que fueran aprehendidos portando armas, serían juzgados y fusilados en el término de 24 horas. Si bien, luego, el propio Posadas cambió su actitud y lo declaró “buen servidor de la patria”, la conducta hostil hacia el caudillo, nunca cesó.

Alvear, al arrepentirse el 23 de agosto de 1815, ante el rey de España por haber participado en la revolución, acusó Artigas de ser el promotor de alejar al país de “toda esperanza de orden y de subordinación a la legítima autoridad”.

Sin embargo, a pesar de que no contaba con el aval porteño, las provincias sintieron que el reclamo oriental era justo, ya que la rica y pujante Buenos Aires se enriquecía merced al sistema de puerto único en detrimento del interior, que languidecía a ritmo acelerado.

Estos pueblos oprimidos, conformaron la Liga de los Pueblos Libres (la Banda Oriental, Entre Ríos, Santa Fe, Corrientes, Córdoba y Misiones). Los que se sintieron identificados con Artigas fueron las clases humildes, indígenas, zambos, mulatos, libertos o gauchos, a quienes los impulsaba la promesa de un trato igualitario y la obtención de algún bienestar económico, al fomentarse la agricultura la ganadería y el reparto de tierras.

La Liga, reunida en Concepción del Uruguay (Entre Ríos) en el Congreso de los Pueblos Libres, el 29 de junio de 1815, y luego de recuperar Montevideo, juraron la emancipación de España, adoptando como símbolo la bandera de Belgrano, pero con una característica distintiva, que simbolizaba al federalismo: una raya roja atravesaba las franjas albiazules.

El congreso de Tucumán no recibió la participación de los representantes de la Liga de los Pueblos Libres, por su franca oposición, y por estar ocupados en la lucha contra los portugueses, que finalmente lograron apoderarse de Montevideo, en 1817, apoyados secretamente por el gobierno porteño.

En 1819, los portugueses, al mando del general Lecor, se alzaron con la victoria frente a Artigas, que sucumbió en Tacuarembó. Mientras tanto, las tropas santafesinas y entrerrianas, lograron, lideradas por Estanislao López y Francisco Ramírez, respectivamente, triunfar frente a los porteños en la batalla de Cepeda.

Una nueva traición lo esperaba al jefe de los orientales. López y Ramírez, firmaron con Buenos aires el Tratado del Pilar. Artigas se opuso al Tratado, porque postergaba hasta la reunión de un Congreso, la resolución de los temas primordiales, y no trataba sobre la lucha contra los portugueses, que se habían apoderado de la Banda Oriental.

Sólo le quedaban como aliados los misioneros y los correntinos. Intentó derrotar a Ramírez, pero éste se alzó con el triunfo en las Tunas el 24 de junio, y luego en Cambay, el 20 de septiembre, y Artigas debió exiliarse en Paraguay, donde residió austeramente por treinta años, recibiendo el seudónimo de padre de los pobres, por la protección a los indígenas y campesinos, que prodigó.

El 23 de septiembre de 1850, falleció en Paraguay, a la edad de 86 años. Cinco años después, sus restos fueron conducidos a su patria uruguaya.