La cultura Tehotihuacana (I)
La cultura teotihuacana fue una de las más importantes de las culturas mesoamericanas, que poblaron México antes de la llegada de los conquistadores españoles.
Se desarrolló en el valle de Teotihuacan que está muy cercano al lago Texcoco situado en las tierras altas que rodean a la actual capital mexicana.
La ciudad de Teotihuacan se desarrolló muy pronto y la podemos considerar como tal alrededor del año 200 a de C. cuando se formó la primera urbe, con una población aproximada de más de 5.000 habitantes.
Más adelante su población sobrepasaría con creces los 100.000 habitantes convirtiéndose en una de las más importantes de toda Mesoamérica.
Sus habitantes se dedicaban principalmente al comercio de la obsidiana. Es esta una piedra de origen volcánico muy apreciado su uso en las culturas mesoamericanas. Con ella se hacían adornos ornamentales, herramientas, armas o incluso se han encontrado instrumentos para el uso quirúrgico muy primitivos, pertenecientes a la cultura teotihuacana.
Pero el verdadero apogeo de la cultura teotihuacana coincidió con el apogeo de su ciudad. Y esto ocurrió en los albores de nuestra era, cuando se convirtió en uno de los centros religiosos más importantes de las civilizaciones mesoamericanas.
Este centro es a día de hoy uno de los centros turísticos más importantes de todo México. Lo que más impresiona al viajero de hoy en día es su disposición. Y es que todo el trazado de la ciudad está profusamente pensado, y se trazó siguiendo un plan que casi parecía que los mismos dioses lo hubieran pensado para los teotihuacanos.
Cada calle, cada construcción civil y sobre todo, cada templo, están alineados con la cosmología de este pueblo, lo que convierte a Teotihuacan en un lugar mágico.
Los barrios estaban ordenados así mismo según los trabajos a los que se dedicaran sus habitantes: así había un barrio de comerciantes, un barrio de pequeños funcionarios del estado o un barrio de artesanos. Además dadas las características de esta ciudad como centro religioso, y su ubicación en pleno centro de México, hizo que se convirtiera también en un centro receptor de emigrantes por lo que nos encontramos ya en una época tan remota con la existencia de “barrios étnicos”.
La influencia de Teotihuacan se extendió mucho más allá de sus fronteras, llegando a impactar en otras culturas mesoamericanas como los mayas y los zapotecas. Este intercambio cultural se evidencia en la arquitectura, cerámica y artefactos encontrados en regiones distantes que muestran claras influencias teotihuacanas. La ciudad también jugó un papel crucial en las rutas comerciales que conectaban diferentes partes de Mesoamérica, facilitando el intercambio de bienes, ideas y prácticas religiosas.
Por lo que se refiere a su organización sociopolítica, decir que el estado teotihuacano estaba gobernado por una clase alta, conformada por nobles y sacerdotes que acumulaban todo el poder en todos los ámbitos de la sociedad. Sabemos por los vestigios arqueológicos encontrados que el gobierno de este pueblo, era además un gobierno de “sabios” puesto que esta élite acumulaba en sus manos muchos conocimientos que utilizaban para dirigir mejor a una sociedad fuertemente estamentalizada. Por debajo de la clase dirigente estaban los comerciantes, campesinos, artesanos y pequeños funcionarios, distribuyéndose más alejados del centro de la ciudad cuanta menos renta poseyeran.
En cuanto a sus creencias podemos afirmar que eran politeístas, y que sus dioses fueron los que posteriormente salvo algunas variaciones, adoraron el resto de culturas de mesoamérica. Así nos encontramos con Xipe Totec, Quetzalcoatl o Tlaloc, que eran adorados por los sacerdotes en unos templos en forma de pirámides que se distribuían estratégicamente por toda la ciudad.
El arte teotihuacano no solo se limitaba a la arquitectura monumental, sino que también incluía murales vibrantes que adornaban las paredes de sus edificios. Estos murales, a menudo pintados con pigmentos naturales, representaban escenas de la vida cotidiana, rituales religiosos y deidades, proporcionando una visión detallada de la cosmovisión teotihuacana. Además, la cerámica teotihuacana, conocida por su calidad y diseño, incluía figuras antropomorfas y zoomorfas que reflejaban la rica mitología de la cultura.
Son características de esta cultura las representaciones de cabezas de dioses con formas de animales y enormes tocados adornados con plumas, que eran pintados con gran variedad de colores como el rojo, azul o el verde y el amarillo.
Como en todas las culturas mesoamericanas podemos observar como en sus creencias mezclaban lo sobrenatural y lo natural, reflejando la magia de la naturaleza que les rodeaba.
El legado de Teotihuacan perdura hasta nuestros días, no solo en las ruinas que atraen a miles de turistas cada año, sino también en la influencia cultural que dejó en las civilizaciones que le siguieron. Su impacto en la historia de Mesoamérica es innegable, y continúa siendo un objeto de estudio y admiración para arqueólogos, historiadores y visitantes de todo el mundo.