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El gobierno de Thomas Woodrow Wilson

Publicado por Pablo

Woodrow WilsonLas elecciones presidenciales de 1916 pusieron sobre el tapete político los sentimientos que la Gran Guerra despertaba en los estadounidenses. En general, la opinión pública demandaba una política antibelicista y todos los candidatos trataron de mostrarse propensos a no participar, a mantener la política de neutralidad tan propia, hasta entonces, de la nación americana.

Los demócratas dieron a Woodrow Wilson su apoyo convencido, haciendo suyo el lema “nos mantuvo fuera de la guerra” para ganarse, con hechos más que con palabras, a un electorado tan marcadamente favorable a la neutralidad. Sin embargo, el propio Wilson nunca utilizó ese grito, y aunque hizo que pareciera que apoyaría la neutralidad americana, nunca hizo un compromiso explícito en ese sentido. En cualquier caso, en sus discursos alababa la paz y no parecía nada propenso a intervenir, sobre todo cuando alertaba a los americanos que una victoria del Partido Republicano podría llevar a América a la guerra.

No parecía así, sin embargo. Los republicanos no mostraron una política belicista, sino más bien lo contrario. Su programa, que insistía en la protección de los valores americanos, defendía en el caso concreto de la guerra europea una neutralidad “franca y honesta”, alejándose de quienes propugnaban una postura más agresiva hacia Alemania. El candidato de los republicanos era el progresista Charles Evans Hughes, que había sido gobernador de Nueva York y juez suplente del Tribunal Supremo. Hughes, al igual que Wilson, trató de deslizarse sobre el problema sin ser demasiado tajante, sabedor de que cualquier cambio en el rumbo de los acontecimientos podría poner su postura en entredicho. En cualquier caso, al igual que Wilson parecía más propenso a mantener la paz, casi todos tenían claro que, si había alguna posibilidad de entrar en guerra, esa posibilidad pasaba por la presidencia de Hughes.

Todos esperaban que, solucionados los problemas que les llevaron a la derrota en 1912, los republicanos regresaran a la Casa Blanca. Y así parecían indicarlo los primeros resultados escrutados en el Noreste industrial, que le daban una clara victoria al candidato republicano. Hughes, de hecho, se fue a dormir el día de las elecciones sabiéndose ganador, pero cuando terminó el escrutinio en el Oeste, la suerte le dio la espalda: Wilson resultó vencedor por un estrechísimo margen.

La postura de Wilson era eminentemente pacífica. Pero creía que la mejor manera de asegurar la no participación de los Estados Unidos en la Gran Guerra, era que ésta finalizase cuanto antes. Envió diplomáticos a Europa en repetidas ocasiones, con el fin de lograr el acercamiento entre los contendientes. Nunca consiguió nada, dado el absoluto convencimiento de ambos bandos de que finalmente resultarían vencedores.

Conforme avanzó la contienda, los esfuerzos de Wilson se hicieron más patentes, y consiguió acercarse a sus fines, aunque nunca se dio el paso definitivo que habría sido la convocatoria de una conferencia de paz. En sus últimos intentos se perciben ya las ideas que marcarán la política de Wilson al final de la guerra: una paz sin victoria, una paz duradera fundamentada en los principios de la igualdad entre las naciones. Estados Unidos apoyaría, según Wilson, una paz de ese tipo, y colaboraría con el resto de las naciones en el mantenimiento de una organización internacional permanente que la tuviera como objetivo.

La derrota alemana y, sobre todo, la forma en que franceses y británicos gestionaron la victoria demostraría, años después, hasta qué punto la insistencia de Wilson en evitar un acuerdo de paz humillante para el perdedor era acertada.