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Diádocos

Publicado por Hilda

Diádocos es el nombre que recibieron los sucesores de Alejandro Magno, que falleció el 10 de junio del año 323 antes de Cristo.

Los diádocos, vocablo acuñado por el historiador alemán Johann Gustav Droysen (1808-1884) fueron los generales más destacados de Alejandro, que formaban su consejo consultivo, además de ejercer otras importantes funciones.

Pérdicas, fue quien recibió de Alejandro en su lecho de muerte, el anillo de Regente. Tras la muerte de Alejandro, Pérdicas, reunió a los generales y les propuso el nombramiento de un jefe hasta que la viuda de Alejandro, Roxana diera a luz, y si era un niño, heredaría las posesiones paternas. Sin embargo el resto de los asistentes prefirió aguardar el nacimiento sin hacer ningún nombramiento.

Alejandro no había nombrado a nadie como sucesor, aunque algunos refieren que habría dicho que se lo dejaba a Crátero y otros al más fuerte de entre sus generales.

Filipo Arrideo, hermanastro de Alejandro fue el propuesto por la infantería del ejército macedonio para suceder el trono, como Filipo III. Al nacer el hijo de Roxana y Alejandro, fue éste elegido rey como Alejandro IV, con el apoyo de la caballería. Ambos, fueron proclamados reyes, pero como Alejandro IV era un niño y Filipo III tenía una discapacidad intelectual, quien gobernó fue su tutor, Pérdicas, quien hizo un reparto de las satrapías, en la llamada Partición de Babilonia, conservando la unidad del imperio. Para él se reservó el mando del ejército y los territorios orientales. A Antípatro le otorgó el occidente, auxiliado por Crátero; Ptolomeo fue asignado a Egipto, Antígono a Asia Menor, Lisímaco a Tracia y Seleuco fue asignado al cargo de comandante de los “hetairoi” (caballería de élite).

Sin embargo, la preeminencia de Pérdicas despertó recelos, y comenzaron los enfrentamientos, que terminaron con la sublevación de Ptolomeo y otros generales y con el asesinato de Pérdicas, por parte de Seleuco y otros comandantes. Las luchas durarían veinte años. Desaparecido Pérdicas en el 321 a. C, hubo un nuevo reparto de tierras por el Pacto de Triparadiso. La regencia quedó en manos de Antípatro.

En Grecia, cuando murió Antípatro en el año 319 antes de Cristo, su hijo Casandro pretendió el poder, pero Antípatro, que no confiaba en las dotes de su hijo para gobernar, nombró como sucesor en su testamento, al general Poliperconte. Así estalló entre ellos una guerra civil. Como resultado, el triunfante Casandro logró apoderarse de Atenas y proclamó a Grecia segregada de Macedonia.

A partir de allí el nuevo reparto fue el siguiente: Grecia y Macedonia fueron para Casandro, Seleuco se quedó con Siria; Tracia fue para Licímaco (luego se unió a Macedonia) y Ptolomeo recibió Egipto.

La fragmentación final del imperio de Alejandro ocurrió en el 301 antes de Cristo, cuando Antígono se enfrentó en Ipso contra los demás generales, especialmente con Lisímaco y Seleuco.

El poder se perpetuó luego con los epígonos, sucesores de los diádocos, hasta la conquista por parte de Roma, que convirtió en provincias romanas dichos territorios.