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La Batalla de Talavera

Publicado por Hilda

mapa-de-TalaveraFrancia había invadido Portugal, pasando por España, y luego coronó en este último país como rey de España a José I, hermano de Napoleón Bonaparte.

Inglaterra se unió a las fuerzas contrarias a Francia, y Sir Arthur Wellesley logró derrotarlos y expulsarlos de Portugal. Una vez cumplido este objetivo, se trasladó a España, a solicitud de la Junta Central de Defensa, para luchar contra las fuerzas del mariscal Víctor apostadas en Mérida.

La ciudad de Madrid había sido tomada por los franceses, luego de la batalla de Somosierra (30 de noviembre de 1808), y se le encomendó a Gregorio García de la Cuesta reconstituir el ejército de Extremadura, lo que logró, quedando a principios de 1809, la provincia de Badajoz liberada de las fuerzas extranjeras. Sin embargo, el 26 de marzo, una derrota en la batalla de Medellín opacó el triunfo español.

Cuesta llegó a un acuerdo con el inglés Wellesley, luego de reunirse el 10 de julio en el Puerto de Miravete, para unir sus fuerzas contra el enemigo, pero eran claras las diferencias en las tácticas militares. La estrategia española de avanzar hacia Madrid y atrapar a los franceses en un movimiento de pinza dejaba desprotegida la frontera con Portugal, lo que, según Wellesley, imposibilitaba una posible retirada.

A pesar de las desavenencias tácticas el 20 de julio de 1809 las fuerzas anglo-españolas, un total de 55.000 efectivos (35.000 españoles y 20.000 ingleses) se concentraron en Oropesa, lugar situado al oeste de Talavera de la Reina, al noroeste de la provincia de Toledo. Hacia allí también se trasladó José Bonaparte con sus hombres, desde Madrid, al igual que las fuerzas de Víctor, las de Joudan y las del general Sebastiani, reuniendo aproximadamente 50.000 hombres.

El 21 de julio las fuerzas aliadas llegaron a Gamonal, y Víctor, tras algunos enfrentamientos aislados decidió retirarse, cruzando el río Alberche, permitiendo que al día siguiente los anglo-españoles se instalaran en Talavera. Aquí, Wellesley y Cuesta discutieron los planes a seguir. Ambos coincidieron en que era necesario realizar un reconocimiento del terreno y expresaron sus dudas sobre la seguridad del puente que les permitiría atravesar el río que los separaba de los enemigos.

Mientras tanto, los franceses al mando de Víctor abandonaban esa posición, para dirigirse hacia el valle del río Guadarrama. Al comprobar que Víctor se había marchado, Cuesta decidió perseguirlo, a pesar de la oposición de Wellesley. Víctor traspuso el río Guadarrama, y el día 25, recibió el refuerzo de las tropas de Sebastiani.

El día 26, los franceses, ahora con mayor dotación, lograron hacer retroceder a los españoles hacia el río Alberche. El primer ejército francés en trasponer el río Alberche fue el de Víctor, el 27 de julio, coincidentemente cuando las fuerzas de Wellesley inspeccionaban el lugar. Ante el inminente ataque francés, las fuerzas de Wellesley tuvieron que huir, situándose entre el río Tajo y el Cerro de Medellín, con los españoles a la derecha y los ingleses a la izquierda.

Los franceses tomaron posición enfrente, trasponiendo el valle de la Portiña, en el cerro del Cascajal. La posición defensiva inglesa a cargo de Hill, fue abatida momentáneamente por la arremetida francesa, a bayoneta, a cargo de la división Ruffin, que a las 22 horas del 27 de julio de 1809, inició el ataque. Sin embargo, un contraataque inglés desalojó a las fuerzas francesas.

A la madrugada, José Bonaparte, y Jourdán, con sus tropas, se unieron a las fuerzas de Víctor y Sebastiani. Víctor prefería atacar de inmediato, mientras José I, aconsejaba esperar los refuerzos de Soult, que finalmente se supo que no llegarían. Ante esta certeza, se decidió bombardear inmediatamente, las líneas enemigas.

Los aliados reforzaron su arsenal con cuatro piezas de artillería, que sustituyeron las pérdidas de los ataques anteriores, debiendo soportar un frente común de todas las líneas francesas. A pesar del intenso bombardeo, los franceses no pudieron derrotar a los aliados, aunque los muertos y heridos de ambos bandos configuraron una masacre. La batalla continuó tímidamente el resto del día 28, no se sintieron ataques por la noche, y al día siguiente, los españoles e ingleses comprobaron que los franceses se habían retirado.

Las pérdidas en vidas humanas ascendieron a 7.000 franceses, (las divisiones de Ruffin y Villatte fueron casi aniquiladas) 5.000 ingleses, y 1.200 españoles. Muchos heridos ingleses quedaron en el campo de batalla. Por eso se considera el triunfo español discutible, ya que las bajas fueron bastante parejas.

Luego de la batalla surgieron otra vez diferencias, entre Cuesta y Wellesley sobre los pasos a seguir. Mientras el primero prefería continuar el ataque contra los franceses refugiados en Cazalegas, adonde se habían dirigido, el segundo temía la llegada de los refuerzos de Soult y ordenó retirarse a la frontera con Portugal, lo que se concretó el 4 de agosto, por Extremadura, ocupando los españoles la posición de defensa, en la retaguardia.

Los españoles de la retaguardia colisionaron con las fuerzas de Soult, cuatro días más tarde en la batalla de Puente del Arzobispo, pero si bien sorprendieron a los españoles, no aprovecharon su triunfo.

Aunque la batalla de Talavera no fue un triunfo notorio, Tanto Cuesta como Wellesley fueron condecorados. El primero recibió por parte de la Junta Central de Defensa, la Gran Cruz de Carlos III y el segundo los títulos de Vizconde de Wellington y Vizconde de Talavera de la Reina.

Es importante destacar que la batalla de Talavera, a pesar de no ser un triunfo decisivo, tuvo un impacto significativo en la moral de las tropas anglo-españolas. La resistencia mostrada frente a un enemigo superior en número y mejor equipado fue un testimonio de la determinación y el coraje de los soldados. Además, la batalla demostró la eficacia de la cooperación entre las fuerzas españolas e inglesas, a pesar de las diferencias tácticas y estratégicas.

La batalla también tuvo repercusiones políticas. En Inglaterra, la noticia de la batalla reforzó el apoyo a la guerra contra Napoleón, mientras que en España, la batalla fue vista como un signo de la resistencia nacional contra la ocupación francesa. Aunque la victoria no fue completa, la batalla de Talavera marcó un punto de inflexión en la Guerra de la Independencia Española, dando esperanza a las fuerzas aliadas y demostrando que la derrota de Napoleón era posible.