La Transición Española
La Transición Española comenzó el 22 de noviembre de 1975, al ser coronado Juan Carlos I como rey de España, dos días después del fallecimiento de Francisco Franco. Terminaban, así, casi cuarenta años de férrea dictadura en España, que habían comenzado tras el triunfo de los “nacionales” en la Guerra Civil.
Existen dos grandes teorías contemporáneas sobre el momento en que se puede dar por concluida la Transición. Por un lado, está la tesis que apunta a junio de 1977, cuando se celebraron las primeras elecciones democráticas en España desde febrero de 1936. A partir de este momento gobernaría la UCD (Unión del Centro Democrático), encabezada por Adolfo Suárez. Sin embargo, hay teóricos que apuntan a octubre de 1982 para determinar el fin de la Transición. En ese momento, el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) obtuvo una histórica mayoría absoluta. De esta manera, un partido de izquierdas gobernaba en solitario, por primera vez, en un régimen monárquico.
A partir del 22 de noviembre de 1975 se marca cierto continuismo en la política con la permanencia de Carlos Arias Navarro en la jefatura del gobierno, como había venido ocurriendo desde el asesinato de Carrero Blanco (1973). Sin embargo, su espíritu chocaba con el de Juan Carlos I, ávido de reformas y aperturismo. Sus constantes desencuentros animaron a Arias Navarro a dimitir en 1976. En ese momento, el rey eligió como presidente del gobierno a Adolfo Suárez, un hombre del Movimiento, pero que encajó perfectamente en ese afán de reformas.
Poco a poco, su política andaba buscando el desmantelamiento del aparato franquista a favor de un Estado democrático. Una de sus primeras decisiones fue la convocatoria de elecciones, que se fijaron para el 15 de junio de 1977. Existía, sin embargo, un tema espinoso por tratar para que el proceso electoral fuera plenamente limpio: la legalización del PCE (Partido Comunista de España). Su aprobación, a pocas fechas de las votaciones, provocó reacciones de todo tipo, desde la felicidad de sus militantes (Santiago Carrillo y Dolores Ibárruri “Pasionaria” volvieron del exilio) al descontento de los adeptos al Franquismo. Esta decisión siempre ha pesado sobre la persona de Suárez, al ser tachado muchas veces de complaciente con los comunistas.
Las elecciones dieron la victoria a la UCD de Adolfo Suárez. Su mandato a partir de estos momentos tuvo un objetivo claro: la redacción de una nueva Constitución. Siete representantes de diferentes fuerzas políticas de izquierdas, derechas, centro y nacionalistas fueron los encargados de ello. El texto constitucional fue aprobado por las Cortes en 1978 y refrendado por el pueblo español el 6 de diciembre del mismo año.
La Constitución de 1978 reconocía la monarquía parlamentaria como forma de gobierno, así como la soberanía nacional y las autonomías. Por primera vez desde los tiempos de la II República se recuperaban libertades y derechos fundamentales, que quedaron reprimidos durante el Franquismo. Sin duda, el texto constitucional fue el gran logro de la Transición, junto con la progresiva aprobación de los Estatutos de Autonomía de las diferentes regiones.
Poco a poco, la política ucedista fue entrando en numerosas luchas internas, que provocaron la dimisión de Suárez como presidente del gobierno, en febrero de 1981. Su sucesor fue Leopoldo Calvo Sotelo, ministro de la UCD. La toma de investidura del nuevo presidente, el 23 de febrero, se vio salpicada por el intento de golpe de Estado, encabezado por el teniente-coronel Antonio Tejero. El asalto al congreso y la salida de los tanques a las calles de Valencia al mando de Milans del Bosch hicieron rememorar el temor a un nuevo régimen autoritario en España. Sin embargo, el golpe fracasó y quedó finalmente abortado con la intervención de Juan Carlos I defendiendo el Estado de derecho.
Para octubre de 1982 se convocaron nuevas elecciones generales, que dieron un vuelco al panorama político del momento. El PSOE de Felipe González se hizo con la mayoría absoluta en las Cortes, lo que supuso un auténtico descalabro de la UCD. Se iniciaba en estos instantes un amplio período de gobiernos socialistas que pondrían fin a la Transición y consolidaban el Estado democrático en España.