Historia

Tratado de Alcáçovas

Publicado por María Celia

La ruta del Atlántico era atractiva no sólo para los exploradores y adelantados, sino y sobre todo, para los reinos interesados en fines lucrativos y en hallar el paso a India.alcacovas1.JPG

Hacia el siglo XV, la rivalidad por el Atlántico y los descubrimientos gira alrededor de Portugal y España, sumándose a éstos los conflictos sucesorios. En este contexto de competencia y confrontación, el papel de la Iglesia Católica fue crucial, ya que era la encargada de mediar y legitimar las pretensiones de ambos reinos.

El deseo de expansión llevó a un enfrentamiento por el derecho de los territorios descubiertos. A menudo, tal potestad estaba fundada en una cuestión de ocupación cuyo antecedente se encuentra en los primeros viajes realizados por los exploradores portugueses.

A mediados del siglo XV, los descubrimientos efectuados por Portugal fueron consensuados por el Papa quien cedió la exclusividad mediante bulas pontificias. En 1454 se concede al rey Alfonso de Portugal la posibilidad de conquistar tierras en manos de paganos y/o moros y en 1456 reserva a los portugueses las tierras descubiertas más allá del Cabo Bojador que incluía el centro y sur de África.

Asimismo, el Papa cedió a Portugal la exclusividad de los descubrimientos del Atlántico. Esta concesión papal, sin embargo, no fue suficiente para evitar los conflictos con Castilla, que también tenía intereses en la expansión atlántica.

El problema se suscitó con las islas Canarias, largamente ocupadas por los reyes de Castilla. Las tensiones se intensificaron y finalmente, en 1479, se firmó el Tratado de Alcáçovas entre Castilla y Portugal, primer acuerdo en regular las posesiones coloniales.

Los términos del trato fueron los siguientes: A la altura de las islas Canarias se trazó un paralelo: los españoles podrían explorar y, en tal sentido, conquistar las tierras que estuviesen al norte de esa línea. Por su parte, Portugal se reservó para sí los territorios de Guinea, islas Madeira, Cabo Verde y de las Azores.

Cabe mencionar, que tal delimitación liberaba el paso a Portugal: navegando hacia sur podría llegar a África y así a las Indias. Sin embargo, este acuerdo no logró resolver completamente las disputas territoriales entre ambos reinos.

El problema se agudizó al regreso del primer viaje de Colón que debió parar en una de las islas portugueses en virtud del mal tiempo, tomando éstos conocimiento de la expedición enviada por la corona de Castilla.

Al Tratado se agregaron dos bulas más llamadas “Inter Caetera” (1493), a través de las cuales se les cedía el derecho a los españoles de las nuevas tierras descubiertas. En la primera bula El Papa cede los territorios y en la segunda definía los territorios como españoles situados más allá de una línea imaginaria a cien leguas hacia occidente de las Azores y Cabo Verde.

De hecho, diferentes historiadores están de acuerdo en que las tierras descubiertas por Colón, en virtud del Tratado, correspondían a Portugal y que con la intervención Papal perdieron el derecho que les cedía la circunnavegación del Atlántico.

En esa circunstancia, ambos países se reunieron para hacer una nueva repartición, cuyo resultado derivó en el llamado Tratado de Tordesillas (1494). Este nuevo tratado, que modificó las disposiciones del Tratado de Alcáçovas, fue crucial para la historia de la exploración y colonización del Nuevo Mundo, ya que estableció las bases para la expansión de ambos reinos en América.