Maximiliano de Habsburgo
Ferdinand Maximilian Joseph von Habsburg Lothringen, archiduque de Austria , príncipe de Bohemia y Hungría, conocido como Maximiliano I, emperador de México, nació en Viena el 6 de julio de 1832, segundo hijo de los archiduques Francisco Carlos de Austria y Sofía de Baviera.
En su juventud pasó largas temporadas en Trieste, Italia, donde, tras estudiar la carrera naval, se dedicó a las actividades marítimas. Realizó viajes de exploración por Brasil y Africa. En Trieste conocería a María Amalia de Braganza, con la que al parecer, planeo casarse, pero la muerte prematura de la princesa portuguesa se los impidió.
En 1857 concreta su matrimonio con la joven Carlota Amalia de Bélgica, hija de Leopoldo I, gobernante de dicho país. Por mediación de su suegro, Maximiliano obtuvo el nombramiento de virrey del Reino Lombardo-Véneto, por parte del emperador Francisco José. La pareja de trasladó a Milán donde estuvieron hasta 1859, año en le fueron retiradas sus prebendas al no apoyar en sus ambiciones expansionistas a Francisco José. Maximiliano renuncia, Austria pierde territorios en Italia y él se retira a su castillo de Miramar, vecino con el puerto de Trieste.
En 1859, un grupo de políticos mexicanos del ala conservadora se pusieron en contacto con él para ofrecerle la corona del “Reino de México” asegurándole que tras un plebiscito el pueblo mexicano lo aclamaba por unanimidad su emperador. Entre los que le ofrecían ser el segundo emperador se encontraba el general Juan Nepomuceno Almonte, hijo uno de los héroes de la independencia mexicana: José María Morelos y Pavón.
Maximiliano, apoyado por Francia y el Papa, acepta la corona de México, firmando los Tratados de Miramar el 10 de abril de 1864 en los que renunciaba a sus derechos sucesorios a la corona de Austria.
En México, la situación era muy distinta a la que le habían dibujado los conservadores a Maximiliano: Tras las guerras de Reforma, Benito Juárez, del partido liberal, había resultado presidente electo de México y como primera medida económica suspendió el pago de la deuda externa. Entre los países acreedores estaba Francia que no había quedado conforme con el arreglo y buscaba cobrarse con territorio mexicano, razón por la cual apoyó económica y militarmente a Maximiliano.
Un mes después, el nuevo emperador llegaba al puerto de Veracruz, acompañado de su esposa y un séquito numeroso. En junio inició formalmente su desempeño como emperador.
Los primeros actos de su gobierno fueron la fundación de los museos de Historia Natural y arqueología, la academia imperial de Ciencias y literatura, así como la reestructuración de la Academia de San Carlos. Declaró al catolicismo religión oficial del Imperio pese a lo que mantuvo distancia con la Iglesia, llegando incluso a censurar la correspondencia del clero mexicano antes de ser enviada a Roma.
Juárez y sus seguidores se mantenían en el norte del país, apoyado por los Estados Unidos. Maximiliano, de hecho, sólo podía ejercer su imperio sobre territorios no liberales con presencia del ejército francés.
El inicio de la guerra Franco-prusiana obligó al ejército francés a retirar al grueso de sus hombres de territorio mexicano, además Francia recibió los reclamos norteamericanos sobre su presencia en suelo americano. Los liberales recuperaron posiciones en sitios conservadores. Sólo Querétaro, Ciudad de México y Puebla permanecían bajo el dominio del emperador. Poco después, Napoleón III, faltando a los acuerdos de Miramar, retiró totalmente a su ejército.
Maximiliano, sin apoyo militar, decidió abdicar y regresar a Europa, pero su esposa, Carlota Amalia, lo convenció de no hacerlo y partieron a reclamar a Napoleón III el cumplimiento de su pacto y buscar ayuda del Papa. Al no lograrlo, Maximiliano deja a Carlota en Roma y el regresa a México en un intento desesperado de salvar lo que quedaba de su imperio.
En México recibe la noticia de la paulatina locura aqueja a su esposa y nuevamente quiere abdicar, pero el apoyo de Miguel Miramón y Tomás Mejía, dos de los conservadores que habían acudido a Miramar a ofrecerle el gobierno de México, le dio la confianza para seguir en la lucha. Los liberales ya avanzan sobre Veracruz y Puebla. Maximiliano se refugió en Querétaro.
En mayo de 1867, las tropas liberales avanzan sobre la ciudad tras haber vencido en Aguascalientes a Miramón. El 15 de ese mes, Maximiliano cae prisionero, un mes después, el 14 de junio, es fusilado junto a los generales conservadores Miramón y Mejía en el Cerro de las Campanas. Sus restos fueron trasladados en agosto de ese mismo año a la cripta familiar de los Habsburgo en Viena. Carlota le sobrevivió, víctima de la demencia, terminando sus días en Bélgica en 1927.