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Juan José Castelli

Publicado por Hilda

Juan José CastelliNació en Buenos Aires, el 19 de julio de 1764. Era hijo de la criolla María Josefa Villarino, y del veneciano, Ángel Castelli Salomón. Estudió sus primeras letras en el Colegio de los Monjes Jesuitas. Cuando se produjo la expulsión de los jesuitas, continuó sus estudios en el Real Colegio de San Carlos, que el gobernador Juan José de Vértiz abrió para suplantar a los colegios de la compañía. En la Universidad de Charcas, en el Alto Perú, obtuvo su título de abogado. Fue padre de seis hijos fruto de su matrimonio con María Rosa Lynch.

Manuel Belgrano, Secretario del Consulado, a quien lo unía un vínculo familiar por ser su primo, lo designó su suplente en 1796. Las ideas liberales que había asimilado durante sus estudios universitarios fueron plasmadas por Castelli en el “Telégrafo Mercantil”, cuyas primeras publicaciones datan de 1801. El director era Antonio Cabello y Mesa y duró muy poco, ya que el contenido fue considerado ofensivo por las autoridades. En 1802, ya desaparecido el “Telégrafo Mercantil” escribió en el “Semanario de Agricultura, Industria y Comercio”, que estaba bajo la dirección de Don Hipólito Vieytes, donde se expusieron las virtudes de la fisiocracia. En el cabildo porteño ocupó el cargo de Regidor.

No participó en las invasiones inglesas, donde su actitud fue en principio la de aceptar a los ingleses como medio de obtener su ayuda para asegurar la causa de la independencia, hasta que comprobó que el objetivo británico era cambiar el dominio español, por el de ellos.

En 1808, Castelli, al igual que Belgrano, Nicolás Rodríguez Peña, Hipólito Vieytes, y Berutti, entre otros, consideraron que un modo de salvación para el Río de la Plata era la coronación en Buenos Aires de la Infanta Carlota Joaquina, hermana de Fernando VII y esposa del Regente de Portugal, que había establecido su Corte en Río de Janeiro, huyendo de Portugal, ante la invasión napoleónica, y desde allí trató de dirigir la política del Río de la Plata.

Un gran defensor de esta idea fue José Manuel de Goyeneche en el Alto Perú, quien convenció de realizar este reconocimiento al gobernador intendente , Ramón García Pizarro y al Arzobispo Don Benito Moxó. Sin embargo, la Audiencia y los vecinos se opusieron, considerando que sería entregar las posesiones a los portugueses, y organizaron un alzamiento que se produjo el 25 de mayo de 1809. Vencieron a las autoridades constituidas y pusieron en el mando a una Junta, que juró obediencia a Fernando VII. En La Paz sucedió algo similar, el 16 de julio de 1809.

El virrey del Perú, Fernando de Abascal, ordenó reprimir estas manifestaciones a José Manuel Goyeneche, quien sanguinariamente repuso en La Paz a las autoridades. Esta actitud de Goyeneche, defensor de la princesa Carlota, hizo cambiar de idea a Castelli y a sus compañeros, que ya no vieron de buena manera la ocupación del poder por Carlota.

Junto a otros patriotas como Rodríguez Peña, Vieytes y Belgrano participó en reuniones secretas, que comenzaron en la jabonería de Vieytes para sentar las bases de la Revolución de Mayo. Castelli fue el encargado de peticionar al Virrey Cisneros, a quien había asesorado durante su gestión, jurídicamnete. Se presentó el 20 de mayo, junto a Martín Rodríguez, y le solicitaron la reunión de un Cabildo Abierto. En el Cabildo del 22 de Mayo de 1810, Castelli defendió la independencia de las colonias americanas ante la prisión del rey Fernando VII. Sostuvo que el poder español había caducado, y que la soberanía había vuelto al pueblo.

De excepcionales dotes oratorias, fue designado integrante de la Junta del 24 de mayo, que presidía el propio virrey, y que por eso, provocó la oposición popular. Castelli, al igual que Saavedra presentó su renuncia a este cuerpo, antes que el resto de los miembros de la Junta lo hiciera ante la presión, sobre todo militar.

Fue vocal de la Primera Junta de Gobierno presidida por el conservador Saavedra, constituida el 25 de mayo de 1810, aunque Castelli se unió al ideario de una revolución violenta, predicada por el secretario de la Junta, Mariano Moreno.

No tuvo reparos en cumplir la orden de la Junta de reprimir sanguinariamente la tentativa contrarrevolucionaria planeada por Santiago de Liniers en Córdoba, fusilando a Liniers y al resto de sus opositores, en Cabeza de Tigre.

Participó en la Campaña al Ato Perú, liderada por Balcarce, como representante de la Junta, donde los patriotas obtuvieron la victoria de Suipacha, el 7 de noviembre de 1810. Protegió a los aborígenes de Potosí, a los que les reconoció participación electoral, pero se ganó la antipatía de la aristocracia criolla, que dejó de contar con esta mano de obra para servicios personales. Además, entró en la ciudad un Viernes Santo, sin respetar el recogimiento religioso, realizando festividades para celebrar su triunfo.

Infundió el terror como medio de lograr adhesión, y por ello, ejecutó a las autoridades realistas, cumpliendo las instrucciones que Moreno le enviara desde Buenos Aires. Sucumbieron ante su cruenta resolución, el gobernador de Potosí, don Francisco de Paula Sanz, el mariscal Vicente Nieto y el capitán de fragata José de Cordova y Rojas.

Sufrió la derrota de Huaqui, al no cumplirse la tregua acordada con el general realista Goyeneche, perdiendo el Alto Perú, el 20 de junio de 1811, y debió responder por ello ante el Triunvirato.

Nicolás Rodríguez Peña fue el único que alzó su voz en defensa de Castelli, mientras el reo permanecía detenido en una escuela durante la sustanciación del proceso. Se lo acusó de cometer excesos, de entregarse a la bebida, de ser jugador y de ser culpable de la pérdida del Alto Perú.

Falleció paradójicamente, de un cáncer en la lengua, ese órgano que tan bien supo articular en favor de la libertad americana, el 12 de octubre de 1812, por las secuelas de una quemadura de cigarro. No pudo oír la sentencia, en una causa que se enterró con él.