La Cultura Griega
La historia de Grecia y su cultura puede entenderse mediante sus diferentes etapas de evolución: la Civilización Creto-Micénica (3100-1100AC), Época Oscura (1100-800 AC), Época Arcaica (800-500AC), Grecia Clásica (siglo V) y Grecia Helénica (323-31 AC).
Los griegos que aparecen en escena alrededor del año 2000 A.C contribuyeron a configurar la civilización creto-micénica que tuvo sus centros principales en el Peloponeso y la parte sur de la Grecia Continental: Micenas, Argos y Pilos.
El Palacio de Cnosos (Κνωσσός), con 17.000 m² construidos y sus más de 1.500 habitaciones, cuya ciudad homónima constituyó el centro político más importante, refleja un tipo de arte similar al egipcio: abundan los frescos en los que aparecen pintados la fauna del lugar, las figuras humanas al estilo egipcio y los diferentes ritos que se llevaban a cabo en la corte. El sincretismo cultural se explica por la ubicación geográfica de Creta, al borde del Mar Egeo a través del cual los griegos comerciaban con Egipto, Asia Menor, etc. El palacio fue descubierto en el 1900 por Arthur Evans, arqueólogo británico, gracias a quien se denomina este período como “minoico”, en honor al famoso rey Minos, protagonista de la leyenda del Minotauro.
Posteriormente, cuando el dominio de Creta pasó a Micenas, el centro más importante que también muestra la evolución de una etapa a la otra. El famoso palacio de Agamenón encontrado por Heinrich Schliemann en el siglo XIX, quien tras realizar excavaciones en Troya, halló la tumba real de Agamenón, su máscara hecha de oro y ébano (actualmente, en el Museo de Atenas), así como la puertas de los leones en la entrada de la ciudadela a manera de protección. Uno de los hallazgos más importantes fue que, efectivamente, mucho de lo narrado en los poemas homéricos que corresponden a la etapa siguiente, existió.
Hacia el año 1400 la civilización micénica tuvo su final a causa de guerras y por una nueva invasión, la de los “aqueos” (o dorios). Los cuatrocientos años que siguen corresponden a la llamada “Época Oscura” (1110- 800AC). Se la denominó bajo el calificativo de “oscura”, en primer lugar por lo poco que se conoce de esta etapa y en segundo lugar, porque fue entonces cuando desaparecieron los centros políticos, el arte de la escritura y flagelaron guerras. En relación con la civilización micénica anterior, esta época fue muy pobre.
Aun así, posteriormente se supo que no fue una época de decadencia, ya que es en ese momento cuando surge el uso del hierro y la conformación social de la futura Grecia. Los griegos nunca se llamaron a sí mismos, en su propia lengua, “griegos”. Este término fue acuñado por los romanos que los llamaban “graeci”. En los comienzos se llamaron “aqueos” (uno de los nombres utilizados en La Ilíada) y, posteriormente, este término fue reemplazado por el de “helenos” para nombrar al conjunto de los griegos que pertenecían a la “Hélade” (conjunto de ciudades griegas).
La “Grecia Arcaica” (800- 500 AC) fue la época en que surgieron las “polis”. Estas polis eran más que una ciudad-estado, ya que todos aquellos griegos de distintas ciudades tenían conciencia de pertenencia a la misma cultura. Esta idea de pertenencia se manifestaba en dos momentos: Los juegos Olímpicos y El culto a los dioses en Delfos: allí había numerosos templos de los distintos dioses de las diferentes polis. Esta comunidad de civilización no significó una identidad absoluta. Existían diferentes dialectos según las ciudades, distinta organización política, que no impidió problemas internos entre los mismos griegos, por ejemplo, entre Esparta y Atenas que comienzan su mayor evolución en este momento. Así como Esparta se constituyó como una ciudad ofensiva (la única de las polis que no estaba amurallada) y absolutamente militarizada, Atenas se fue conformando como el centro cultural más importante.
La Hélade se extendió por un área que abarcaba, hacia el este, el litoral del Mar Negro, las zonas costeras del Asia Menor y las islas del Mar Egeo, la Grecia Continental en el centro, y, hacia el oeste, la Italia del Sur y la mayor parte de Sicilia, continuándose luego por las dos riberas del Mediterráneo hasta Cirene, en la actual Libia y hasta Marsella y algunas localidades costeras de España. La civilización griega creció y se fortaleció al borde del mar (ocupaba la longitud del mar Mediterráneo y se extendía por el mar Negro.
La “Grecia Clásica” fue la época de gran esplendor ateniense, cuando se edificaron los grandes monumentos, la reconstrucción de la Acrópolis; también hay un cambio en el modo de representar el cuerpo, se buscan las formas ideales (frente a lo que posteriormente será el arte romano, que basa la proporción del cuerpo humano en figuras más realistas). Militarmente, fue la época de las Guerras Médicas entre atenienses y persas, cuyo resultado fue el triunfo de la primera y la formación de la liga Marítima Délico-Ática. Gracias a la democracia de Pericles, se modificó la forma de participación en la Asamblea por parte de los ciudadanos.
La Guerra del Peloponeso, entre Esparta y Atenas, constituyó uno de los hechos más penosos y desgastantes para los atenienses. Allí comenzó su decadencia, un periodo de gobiernos oligárquicos que derivó en el regreso de la democracia.
La “Grecia Helenística” está caracterizada por la figura de Alejandro Magno, quien logró dar forma y unión a la Grecia Magna, proyecto anhelado por su padre, Filipo II, Rey de Macedonia. En la ejecución del imperio, Alejandro fusionó los pueblos helénicos y los conquistados sin ninguna resistencia por parte de unos y otros. El hecho de que al llegar respetara su cultura y sus dioses, hacía de la conquista un hecho menos violento. En efecto, las polis desaparecieron, volviéndose la religión una cuestión privada ya no patrocinada por el Estado. Atenas dejó de ser el centro cultural, desplazándose hacia Antioquía, Pérgamo, Éfeso, Rodas y Alejandría, en donde Alejandro hizo construir la ampulosa Biblioteca.
Falleció a los 33 años y hasta tal punto este período se identificó con su figura que, tras su muerte, los griegos fueron absorbidos por los romanos, quienes hacia el año 200 AC ya habían conquistado Sicilia, comenzando a intervenir en sus asuntos.