Historia

Carlos V

Publicado por María Celia

Carlos V o Carlos I de España, nació el 24 de febrero de 1500 en Gante, actual Bélgica. Heredero directo de los Habsburgo y los Austria mayores, en su persona recayó el derecho a llevar la corona imperial del Sacro Imperio Romano Germánico y el reino de Castilla y Aragón.carlr_v_por_rubens.JPG

Sus padres, Juana de Castilla y Felipe el Hermoso, le legaron la corona de España. Juana, conocida como Juana La Loca, no pudo hacerse cargo del trono y Felipe accedió a él en 1506 y falleció al poco tiempo.

Nieto de los Reyes Católicos por vía materna y de Maximiliano I de Habsburgo por vía paterna, heredó de los primeros, aparte de la corona de Castilla y Aragón, Nápoles, Sicilia, las Indias y Canarias y, del segundo, Alemania, Países Bajos, territorios austriacos y la potestad del trono imperial.

Rey de España desde 1516, año en que alcanza la mayoría de edad, y emperador del Sacro Imperio a partir de 1519, año de fallecimiento de Maximiliano I, le tocó hacerse cargo de tamaño legado sin edad suficiente para ejercerlo en sentido práctico, aunque sí por derecho. De esta manera, su abuelo asumió la regencia de los Países Bajos, aunque posteriormente, tanto la tutela de Carlos como la regencia estuvieron a cargo de Margarita de Austria.

Educado en Flandes, sólo hablaba flamenco y francés cuando llegó a España, hecho que generó cierto descontento entre los hispanos. Si Carlos no eligió el lugar de nacimiento, al menos sí lo hizo al momento de decidir en dónde residiría hasta su muerte.

Sus consejeros fueron vitales para su gestión, aún así, el reinado estuvo marcado por una fuerte impronta personal: en una época en la que priva la formación del Estado Moderno, esto es, una lengua, una religión, un gobierno en relación con una nación, Carlos quiere instituir un imperio cristiano. Los objetivos que persigue el emperador están lejos de ser los que aspiran los príncipes alemanes, que sólo tienen país próspero pero dividido y que deben apoyar a un emperador que no los representa y cuyo resultado, que también conlleva otras causas sobre las que no se ahondarán (una iglesia económicamente poderosa frente a un campesinado explotado, el surgimiento del Estado Moderno) es la escisión protestante que tanto perjudica los ideales del emperador.

“La idea imperial de Carlos V”, tan bien explicada por Menéndez Pidal, se remonta a un modelo ya caduco en la Europa del Renacimiento. Hereda un imperio enorme y vigoroso, sus ideales, ricos en contenido político y moral, se vinculan con la idea de un emperador único y supremo jerarca del mundo entero, noción que viene forrada de la antigua grandeza romana: un imperio como una gran familia, unido por los dioses (cristianismo, en este caso), el comercio, la cultura, los matrimonios y la sangre, entendiendo que este modelo de sociedad es la más alta aspiración humana.

Si bien Carlos V no recibe una educación imperial, sube al trono como señor de todos y ni siquiera es obedecido en toda su extensión. De la misma manera, es elegido por algunos alemanes que no representan a los prósperos príncipes comerciantes. Así, para ser realmente emperador debe ser consentido por el Papa y no gobierna en sus territorios.

Estas contradicciones serán su lucha durante todo el reinado, armonizar su política con la de la Santa Sede y mantener la unidad a través de la cristiandad. Más aún, Carlos será el último emperador del Imperio Romano Germánico y el último coronado por el Papa.

A modo de síntesis, el siglo XVI estuvo dominado por España en la figura de Carlos. Luego, será Francia quien se coloque en un papel preponderante con el surgimiento del absolutismo.

El último emperador del Sacro Imperio heredó un conjunto de reinos, convirtiéndolos en una poderosa realidad viva. Aún así, la reforma, el cese de la relación entre el imperio católico y el papado, etc., contribuyeron a la caída de su obra. También contribuyeron las intestinas luchas y rivalidad con Francisco I de Francia, cuyo territorio estaba rodeado por las tierras de Carlos.

Al abdicar, repartió el imperio entre Felipe II (su hijo), quien heredó España, Flandes, Italia y las Indias; y Fernando, su hermano, a quien cedió la parte alemana, hecho que generó no pocos inconvenientes con la Santa Sede, ya que esta no intervino en la abdicación de Carlos ni en la elección de Fernando, negándose éste último a la necesidad del permiso papal como condición privativa para ser emperador.

Toda universalidad quedará suprimida a partir de la renuncia de Carlos, quien se retirará al monasterior de Yuste hasta su muerte, 21 de septiembre de 1558.