Historia

Jean Jacques Rousseau

Publicado por Hilda

rousseauJean Jacques Rousseau, nació en Ginebra, Suiza, el 28 de junio de 1712. Huérfano de madre, que murió al darlo a luz, su padre lo dejó al cuidado de terceros al tener que abandonar Ginebra por conflictos personales, que podrían haberlo llevado a prisión.

Vivió primero con su tío, que lo envió a una pensión, y luego un clérigo lo encomendó a una conversa católica. Poco después abandonó el calvinismo para bautizarse como católico. Fue un calificado expositor del iluminismo. Sentó las bases del Contrato Social, en su libro que lleva ese nombre, publicado en 1762, donde se consagraba al pueblo como Soberano, estableciendo un acuerdo con quienes ejercerían el poder.

Rousseau compartió el escenario intelectual europeo con otros grandes pensadores del Iluminismo como Voltaire y Montesquieu. Aunque a menudo se encontraba en desacuerdo con Voltaire, especialmente en temas religiosos y de determinismo, Rousseau compartía con él el escepticismo ante las instituciones tradicionales, como la monarquía y la iglesia. Montesquieu, por su parte, influyó en las ideas políticas de Rousseau, ya que ambos abogaban por una nueva estructura de gobernanza que reconociera los derechos naturales de las personas. Estas interacciones no sólo enriquecieron las propias teorías de Rousseau sino que también fomentaron el diálogo y el debate en la Francia ilustrada, impulsando la Revolución Francesa en los años venideros.

Partía de la idea de un estado original, el de naturaleza, antes de la existencia del estado construido socialmente, donde los hombres vivían ejerciendo la plenitud de sus derechos, en igualdad de condiciones, sin jerarquías, en total libertad y armonía.

La propiedad privada, impuso la necesidad de establecer límites a la situación de sometimiento de algunas personas hacia otras, o las guerras y conflictos que se generaron por el dominio particular de los bienes. Por eso se crea el Estado, como garante del ejercicio de los derechos individuales, para lo cual esas mismas personas deben renunciar a algunas de sus facultades en beneficio de todos. Pero esa aceptación de cesión de algunos de sus derechos, sólo puede hacerse mediante un acuerdo de voluntades, donde los ciudadanos acepten sus limitaciones con agrado, en vistas a vivir en una sociedad que los proteja, asegurando los bienes, la vida y la libertad de cada miembro, mediante la protección de todos.

En «El Contrato Social», Rousseau elabora el concepto de la «voluntad general», una forma de voluntad colectiva que busca el bien común, sobrepasando intereses particulares. Afirmó que los individuos deben alinearse con la voluntad general para que la sociedad pueda funcionar de manera justa y equitativa. Este concepto influyó profundamente no solo en los sistemas democráticos posteriores, sino también en los principios detrás de varios movimientos de emancipación a lo largo de la historia.

La ley, a la que considera “la más sublime de las instituciones humanas”, es la que está dotada de esa mágica posibilidad, de poner límites que las personas aceptarán de buen grado, porque saben que será para su propio beneficio, y sólo ella será capaz de restablecer la igualdad natural de los hombres. Es a ella a quien deberán respetar tanto gobernados como gobernantes, ya que las decisiones de estos últimos no deberán ser caprichosas, sino sujetas al texto legal.

En su obra “Emilio”, expuso sus ideales pedagógicos, en consonancia con sus ideas políticas y sociales, donde propone, por medio de la educación, transformar internamente al hombre. Rousseau estableció que la educación debía ser un proceso que respetara las etapas de desarrollo natural del niño. Abogó por un aprendizaje donde los niños descubrieran el mundo por sí mismos en lugar de ser meramente receptores de conocimiento. Esta propuesta revolucionaria inspiró a pedagogos como Maria Montessori y John Dewey en sus metodologías educativas, promoviendo sistemas donde el interés y la curiosidad del niño son los motores del aprendizaje.

Entre 1751 y 1780, colaboró, aunque no coincidió plenamente con todo su contenido, en la redacción de la “Enciclopedia”, publicada en París bajo la dirección de Denis Diderot y Jean D´Alembert, obra que comprendía 35 volúmenes, y en la que colaboraron 160 personalidades del pensamiento ilustrado. Fue llamada por sus opositores, el evangelio de Satanás, pues realizaba una crítica a la monarquía, a la iglesia y a las injusticias sociales. Sin embargo, rechazaba del enciclopedismo, sus pensamientos ateos, la acumulación creciente y desmedida del conocimiento y el alejamiento de la moral.

En su participación en la «Enciclopedia», Rousseau escribía sobre temas como la música y el arte, defendiendo una cultura que debía ser accesible y relevante para todos. A pesar de su involucramiento, mantuvo reservas significativas sobre el enciclopedismo, especialmente su tendencia hacia el ateísmo, cierta arrogancia intelectual de los ilustrados, y el peligro de la acumulación excesiva de conocimiento sin una base moral sólida.

Falleció en Francia, el 2 de julio de 1778. Sus restos fueron inicialmente enterrados en la Isla de los álamos, pero después de la Revolución Francesa, sus restos fueron trasladados al Panteón de París en 1794, como reconocimiento a su influencia en los ideales revolucionarios.

Rousseau también incursionó en el terreno de la música y la composición. Admirador de la ópera italiana, llegó a escribir música y su obra más conocida en este ámbito es “Le Devin du Village” que se estrenó en 1752 y fue bien recibida por la corte francesa. Además, fue prolífico en la escritura de ensayos sobre música, destacando su «Diccionario de Música», que se publicó en 1768. Además de su conocida ópera, Rousseau contribuyó significativamente al análisis y la apreciación musical, al desafiar la preeminencia de la música francesa con su defensa apasionada de la ópera italiana, que veía como más emocional. Su trabajo «Diccionario de Música» es notable por incorporar conceptos innovadores sobre la teoría musical y la estandarización de símbolos en la notación, aspectos que fueron fundamentales en la evolución de la música en la segunda mitad del siglo XVIII.

La filosofía de Rousseau planteó un desafío directo a las estructuras y prácticas del poder político y social de su tiempo. Inspiró posteriores debates y movimientos relacionados con la democracia, la educación, la igualdad de género, la economía y el medio ambiente. Su concepto de «voluntad general», a pesar de su complejidad y las diversas interpretaciones a lo largo de la historia, continúa siendo un punto de referencia esencial para las discusiones sobre la soberanía popular y la legitimidad democrática.

Sus reflexiones sobre la naturaleza humana y la sociedad siguen siendo relevantes en el siglo XXI, particularmente en el ámbito del pensamiento ecológico. Algunos expertos han considerado a Rousseau como un precursor del ecologismo, ya que abogaba por una vida más simple y en armonía con el mundo natural.

La influencia de Rousseau se extiende aún más a través de sus ideas sobre la autenticidad y la auto-observación, que resonaron en el desarrollo de la psicología moderna. Su introspección y atención a las dinámicas emocionales interiores marcaron una diferenciación notoria con otros pensadores de su era, centrados más en la razón que en el sentir humano.