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La Crisis y la Guerra de Suez

Publicado por Joaquín

nasser.gifEl enfrentamiento protagonizado, por una parte, por Egipto y, por otra, por Israel, Francia y Gran Bretaña supuso una serie de consecuencias con amplia repercusión internacional.

Por un lado, se encuadra dentro de las tensiones típicas de la Guerra Fría, aunque con ciertas particularidades. Egipto, con la llegada de Nasser al poder, se estaba alineando cada vez más con la Unión Soviética dentro de la inmensa partida de ajedrez que las superpotencias jugaban por todo el mundo.

Así, en el mes de septiembre del año 1955, Checoslovaquia y Egipto firmaban un acuerdo comercial por el cual este último país brindaría armamento a cambio de algodón y de un aplazamiento de pago. Anteriormente el gobierno de Nasser había intentado conseguir una asistencia similar de los Estados Unidos de América, pero este se negó, empujando así a los egipcios a la orbita soviética. Sin embargo, como veremos después, fue la intervención de los norteamericanos la que detuvo la invasión de Egipto por parte de los británicos y franceses, evitando así la caída del régimen de El Cairo.

Por otro lado, la subida al poder de Nasser había puesto nerviosas a las antiguas potencias coloniales y a los países que aún se encontraban bajo su influencia. Ni Anthony Eden, que llegó a comparar al dirigente árabe con Mussolini, ni los gobernantes iraquíes, estaban dispuestos a aguantar la creciente influencia de Nasser, con su programa panarabista y socializante, que ganaba adeptos en Oriente Medio cada día.

Por último, se encuadra también dentro de los últimos flecos de la descolonización. Gran Bretaña dominaba aún la economía egipcia mediante sus empresas y, sobre todo, mediante el control de uno de los principales activos del país africano: el Canal de Suez.

El Coronel Nasser había subido al poder el marzo de 1954, en sustitución del general Neguib y había obtenido que los británicos se retiren del país, e incluso del canal de Suez.

Esta negociación, como puede suponerse, no fue nada fácil, ya que la idea de los ingleses era tener una base de grandes magnitudes para controlar desde allí todo lo sucedido en este país.

Estados Unidos, en cambio, tenía una opinión completamente distinta. Su apuesta era que el Canal tuviera libre circulación absoluta.

Como las negociaciones no avanzaban Nasser lanzó un órdago que estuvo a punto de costarle muy caro. En el día 26 del mes de Julio de 1956, el coronel declaró que el Canal se nacionalizaría. La contraseña para la ocupación de las oficinas y las instalaciones fue, curiosamente, un nombre francés: de Lessep.

Enseguida el ejercito egipcio tomó el mando del canal, aunque el gobierno afirmó que estaba dispuesto a solventar las indemnizaciones que correspondan.

A toda velocidad, los egipcios tuvieron que preparar pilotos para navegar por el canal, ya que estos eran en su gran mayoría de nacionalidad británica. Para sorpresa de franceses (enfrentados a Nasser por su apoyo decidido a los rebeldes en Argelia) y británicos, que tenían en muy baja consideración a los egipcios, el Canal siguió funcionando con normalidad.

Fue entonces cuando los dos países europeos, junto con Israel, al que se le había vetado el paso por el Canal, idearon un plan para recuperarlo, un plan calificado por los historiadores como, al menos, tortuoso.

Por más que las Naciones Unidas intentaran mediar, nada se pudo hacer y los gobiernos francés, británico e israelí pusieron en marcha su plan. Este consistía en que Israel, con la excusa de la permisibilidad egipcia ante los ataques palestinos que partían de su país, atacara el Sinaí. Los dos gobiernos occidentales ordenarían entonces un alto el fuego, obligando a crear una franja de seguridad y a devolver la gestión del Canal.

La operación bélica, que empezó el 22 del mes de octubre de 1956, se desarrolló rápidamente ante la superioridad hebrea. Israel ocupó la Península del Sinaí, aunque los cálculos de Eden fallaron: Nasser se negó a aceptar el alto el fuego.

Así, como último recurso, los soldados de Francia y Gran Bretaña atacaron el territorio árabe. Según los cronistas hubo un momento en el que las tropas de estos países estaban a pocas horas de llegar a El Cairo y así lograr que Nasser perdiera el poder.

Pero el 6 de Noviembre la ofensiva se detuvo. Por una parte, la Unión Soviética advirtió a las potencias atacantes (aunque, como señala el periodista Robert Fisk, los propios oficiales de Nasser se sorprendieron al saber que los soviéticos no habían sabido nada de los movimientos del coronel y que, por lo tanto, no había ninguna promesa de apoyo). Por otra parte, como ya señalábamos, los Estados Unidos presionaron a sus tradicionales aliados británicos para que detuvieran las hostilidades. Por primera vez, Estados Unidos se separaba de los intereses de su antigua metrópolis. A partir de ahí, fueros los americanos los que decidían y los británicos los que seguían su política exterior.

Las tropas de Gran Bretaña y Francia se fueron sobre el final del año. Israel tardó un tiempo más, haciéndolo en 1957. La ONU entonces tuvo un papel activo, colocando fuerzas garantizando la seguridad de israelíes y egipcios. Los egipcios además se fueron de Gaza, y se quedaron finalmente con el Canal de Suez.

La crisis de Suez también tuvo repercusiones significativas en la política interna de los países involucrados. En Gran Bretaña, la fallida intervención militar debilitó enormemente al gobierno de Anthony Eden, quien finalmente renunció en enero de 1957. La percepción de que Gran Bretaña ya no era una potencia mundial capaz de actuar independientemente sin el apoyo de Estados Unidos se consolidó, marcando un punto de inflexión en la política exterior británica.

En Francia, la crisis exacerbó las tensiones internas relacionadas con la guerra de Argelia, y aunque el gobierno de Guy Mollet inicialmente ganó apoyo por su postura firme contra Nasser, la prolongada guerra en Argelia y la percepción de fracaso en Suez contribuyeron a la inestabilidad política que eventualmente llevó al colapso de la Cuarta República en 1958.

Para Israel, aunque la operación militar fue exitosa en términos tácticos, la presión internacional para retirarse del Sinaí sin lograr concesiones significativas de Egipto fue vista como una derrota diplomática. Sin embargo, la crisis demostró la capacidad militar de Israel y su disposición a actuar unilateralmente para proteger sus intereses, lo que tuvo un impacto duradero en la política de seguridad del país.

En el ámbito internacional, la crisis de Suez subrayó la importancia creciente de las Naciones Unidas en la resolución de conflictos. La creación de la Fuerza de Emergencia de las Naciones Unidas (UNEF) para supervisar el cese de hostilidades y la retirada de las fuerzas invasoras fue un hito en la historia de las operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU. Esta intervención también destacó la capacidad de la ONU para actuar como mediador en conflictos internacionales, aunque su eficacia dependía en gran medida del apoyo de las superpotencias.

Además, la crisis de Suez aceleró el proceso de descolonización en África y Asia, ya que dejó claro que las antiguas potencias coloniales ya no podían mantener su dominio sin enfrentar una fuerte oposición tanto local como internacional. La nacionalización del Canal de Suez por parte de Nasser se convirtió en un símbolo de la lucha por la independencia y la soberanía en todo el mundo en desarrollo.

Finalmente, la crisis de Suez tuvo un impacto duradero en las relaciones entre las superpotencias. La intervención soviética en apoyo de Egipto y la presión estadounidense sobre sus aliados europeos marcaron un momento de cooperación y competencia en la Guerra Fría. La crisis también evidenció las limitaciones del poder militar en la era nuclear y la creciente importancia de la diplomacia y las organizaciones internacionales en la resolución de conflictos globales.