Los Acuerdos de Camp David
No cabe duda de que uno de los momentos históricos que ha vivido la convulsa región de Oriente Medio se produjo con la firma de los llamados Acuerdos de Camp David. En aquel momento, la firma de estos Acuerdos por parte del Presidente egipcio Anwar el-Sadat, y el primer ministro israelí, Menachen Begin, provocaron reacciones encontradas e, incluso, se tomo como excusa por los grupos radicales para el asesinato del gobernante árabe. Hoy, sin embargo, se contemplan con envidia.
Tras sucesivas guerras entre Israel y los diferentes países árabes se habían convocado una serie de reuniones en Ginebra en el año 1973, con el propósito de intentar definir un status quo en la zona que trajera la tranquilidad. Sin embargo estas intenciones cayeron en saco roto y ni los estados árabes aceptaban a Israel, ni este quería retirarse de los territorios ocupados durante los conflictos armados.
Dos cambios políticos y una visita sorpresa hicieron que las posiciones se acercaran un poco. Por una parte, el principal aliado de Israel, los Estados Unidos, eligieron nuevo presidente en 1976, Jimmy Carter, abierto a intentar resolver el conflicto mediante las negociaciones. Por otra, la victoria, dos años después, de Begin como Primer Ministro también ayudó a que las conversaciones pudieran iniciarse.
Pero, si duda, fundamental fue la visita efectuada por sorpresa por Sadat al estado hebreo en 1977. Esta visita al país enemigo, supuso un reconocimiento de hecho de Israel, algo sin precedente en el mundo árabe.
Siguiendo un orden cronológico desde las conversaciones de Ginebra, podemos señalar que fue el presidente Carter, recién elegido, el que comenzó a mover los hilos que hicieran posible las negociaciones. Así, su administración inició una serie de contactos con los gobiernos de los países de la zona: Israel, Egipto, Siria, Jordania y los representantes palestinos. Su intención era intentar alcanzar la paz primero y, posteriormente, encargarse del problema de fondo, el de las reivindicaciones palestinas.
A pesar de las buenas intenciones del presidente demócrata, el ritmo de estas conversaciones no satisfacía a los egipcios. Fue entonces cuando se produjo la ya reseñada visita de Sadat. Si bien es cierto que algunos analistas señalan que fueron las dificultades económicas por las que atravesaba Egipto, con buena parte de su presupuesto destinado al gasto militar, así como cierto hartazgo de las posiciones maximalistas de sirios y palestinos, no se debe dejar de lado que Sadat asumió un gran riesgo político con esta visita.
Su pueblo no simpatizaba con los acercamientos al Estado hebreo y la actuación de Sadat podía desencadenar protestas internas. El Presidente intentó tranquilizar a los egipcios con el argumento de que reconociendo a Israel, la causa palestina podía ganar en razones y que podía acabar con la aparición de otro estado para ellos en la zona.
Israel, mientras tanto, se quedo en la posición de secundar la actuación de su viejo enemigo egipcio o de aparecer, una vez más, como un estado al que no le interesaba la paz. Además, dentro de los conflictos en los que estaba involucrado, el que mantenía con Egipto no era el más grave y, por otra parte, sabían que podía abrir una brecha en el mundo árabe.
Aún así el punto de partida israelí para negociar era no permitir la presencia palestina en las conversaciones, pero si aceptaban una posible retirada de la Península del Sinaí.
Carter, que había visto con sorpresa el movimiento de Sadat, aprovechó la ocasión y, aunque el pretendía un acuerdo mucho más amplio, que abarcara a todos los involucrados, aprovechó la ocasión para proponer una reunión en Camp David, en los mismos Estados Unidos.
De esta forma, el 5 de Septiembre de 1978 los dos dirigentes implicados se reúnen en Camp David. No se puede decir que las conversaciones fueran sencillas. De hecho, Sadat ni siquiera quiso sentarse junto a Begin. Utilizaba a Carter de correo para dialogar de él. Según él, fue incapaz de encontrarse en persona con el dirigente del estado enemigo. Aparte que una foto conjunta hubiera hecho que su popularidad se apagara aún más en su país.
Los puntos de partida con los que comenzaron las conversaciones parecían sencillas de eliminar en lo que se refería a la Península del Sinaí e imposibles en cuanto al tema palestino. Egipto solicitaba la retirada total del Sinaí de las fuerzas israelíes, a lo que estos respondieron afirmativamente, aunque solicitaban el plazo de un año para retirarse y querían mantener una zona de seguridad.
Por otra parte, Sadat exigía que Israel se retirara también de Gaza y Cisjordania y que los asentamientos judíos en esa zona se retiraran, creándose un Estado Palestino. A esto respondía Israel pidiendo que Egipto no volviera a reclamar la creación de dicho Estado si quería recuperar el Sinaí.
Egipto ofrecía a cambio de esta dos condiciones la firma de un tratado de paz, así como el reconocimiento oficial del Estado hebreo.
Aunque hubo una gran crisis durante el transcurso de las negociaciones, que tuvo que ser resuelta con mano firme por el Presidente Carter, el día 17 de Septiembre, se alcanzaba un acuerdo.
Israel aceptaba desalojar el Sinaí, desmantelando incluso las colonias que había comenzado a instalar durante esos años. A cambio, Egipto se comprometía a mantener una presencia militar reducida.
En cuanto al tema palestino, lo único que consiguieron firmar fue un calendario para volver a negociar, en este caso la posibilidad de crear un régimen autónomo en los territorios ocupados.
Igualmente, se resolvieron algunas cuestiones menores, como el paso de buques por el Canal de Suez.
Como se esperaba, el mundo árabe rechazó de plano el acuerdo. Este fue considerado como una traición a los palestinos y provocó que varios países rompieran relaciones diplomáticas con Egipto.
Sin embargo, el acuerdo de Paz fue firmado y, desde ese momento, acabaron los enfrentamientos armados entre ambos países.