El Grito de Dolores
Miguel Hidalgo y Costilla, sacerdote de la iglesia de Dolores (estado de Guanajuato), hizo un llamado a los pueblerinos para que se levantaran en contra del Virreinato de la Nueva España y, para ello, hizo sonar las campanas de la parroquia. Miguel Hidalgo nació en 1753 en Pénjamo, en el Virreinato de Nueva España. Educado en el Colegio de San Nicolás en Valladolid (hoy Morelia), absorbió las ideas ilustradas que circulaban en Europa. Conocido por su intelecto y pensamiento crítico, Hidalgo estudió filosofía, teología y ciencias, lo que influyó en su visión de un México libre de opresión. Su interés por la justicia social y el bienestar de los oprimidos cimentó su determinación para liderar el levantamiento. De esta manera, El Grito de Dolores fue el lema fundacional con el que se designó el inicio de la guerra de la Independencia de México, el 16 de septiembre de 1810.
La sociedad del Virreinato estaba fuertemente estratificada, con criollos, mestizos, y poblaciones indígenas enfrentando desigualdades. Mientras los criollos resentían la exclusión de los altos cargos, indígenas y mestizos sufrían explotación laboral. Estas tensiones sociales, combinadas con la influencia de ideales de igualdad, alimentaron el deseo de una transformación radical del sistema colonial.
Reunidos en la puerta de la iglesia, Miguel Hidalgo pronunció un discurso que finalizó con un grito de libertad: ¡Viva la Virgen de Guadalupe!, ¡Abajo el mal gobierno!, ¡viva Fernando VII! Este “viva” quedó reservado en la tradición mexicana y hasta el día de hoy se repite en ocasiones de festividades patrias.
La alusión a Fernando VII fue hecha como consecuencia de los sucesos de Bayonna, cuando Fernando VII devuelve la corona a su padre y éste la cede a Napoleón, quien la entrega a su hermano, José Bonaparte. La ocupación napoleónica de España creó un vacío de poder que catalizó los movimientos independentistas en América. La instauración de José Bonaparte como monarca debilitó la legitimidad de la autoridad española. Esta crisis fue vista por los líderes insurgentes como una oportunidad para afirmar su autonomía y cuestionar la lealtad al trono español. Mientras que en España funcionaba la guerra de guerrillas que sería una de las razones determinantes en la derrota de Napoleón, en las colonias, se iniciaba en proceso de independencia.
Es importante destacar que el Grito de Dolores no solo fue un llamado a la rebelión, sino también una proclamación de los ideales de igualdad y justicia. Hidalgo, influido por las ideas de la Ilustración, buscaba poner fin a la opresión de los españoles y establecer un gobierno que respetara los derechos de todos los ciudadanos, independientemente de su raza o clase social.
Si en los comienzos Fernando VII tenía la imagen de rey que padecía los embates napoleónicos, cosa no del todo cierta, finalmente, la ausencia de la corona legítima española sirvió al proceso independentista, ya que las colonias no reconocieron la nueva autoridad.
Restituido el rey en 1814, y aunque iniciadas las acciones para mantener a las colonias bajo el poder español, el proceso de liberación en Hispanoamérica prevaleció.
Originalmente, la insurrección estaba planificada para el 02 de octubre; asimismo, ésta se llevaría a cabo en San Juan de los Lagos (localidad de Jalisco). Ante el descubrimiento de los españoles, decidieron adelantar la fecha. La elección de Miguel Hidalgo para dar el grito de libertad no fue azarosa, teniendo en cuenta la fe de los mexicanos, Ignacio Allende y de Juan Aldama, dos de los conspiradores en la causa, pensaron que su figura animaría el espíritu de los mexicanos. Ignacio Allende, un capitán del ejército y simpatizante de las ideas liberales, fue fundamental en la organización de la conspiración de independencia. Su experiencia militar y liderazgo natural lo convirtieron en un valioso aliado de Hidalgo. Allende jugó un papel clave en la adquisición de armas y en la planificación de las estrategias militares del movimiento insurgente.
Tras el acto inaugural, junto con algunos miles de soldados, se inició la guerra. Acompañado de Allende y Aldama, Hidalgo tomó varias ciudades sin contar, prácticamente, con ninguna resistencia: Celaya, Salamanca, Atotonilco, etc.
En Guanajuato, la resistencia se llevó la vida del Intendente Juan Antonio Riaño, un español que luchó hasta que fue atravesado por una bala. Luego siguieron Valladolid, Toluca, etc.
En 1811, fueron traicionados por Ignacio Elizondo, militar realista que, en apariencia, se había pasado al lado de los insurrectos. Allende y Almada fueron asesinados tras la captura. Hidalgo fue encontrado culpable de alta traición y luego de un largo proceso judicial en el que el sacerdote contó lo realizado, fue fusilado en el colegio de los jesuitas en la localidad Chihuahua, sentado y de frente, con un tiro sobre su mano derecha depositada en el corazón, tal cual él lo había pedido.
Hoy en día, el Grito de Dolores es recordado como un momento crucial en la historia de México. Cada año, el 16 de septiembre, el presidente de México repite las palabras de Hidalgo desde el balcón del Palacio Nacional en la Ciudad de México, manteniendo viva la memoria de este acto de valentía y resistencia.