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Los Reinos de Taifas

Publicado por Raquel

Palacio de la Aljafería, ZaragozaA comienzos del siglo XI se produjo en el territorio musulmán de la Península Ibérica un importante acontecimiento político: la descomposición del Califato de Córdoba. La subida al poder de Almanzor y los amiríes provocó numerosos conflictos internos que favoreció los movimientos disidentes en Al-Andalus, hasta el punto de fragmentar el territorio. Nacían, de esta manera, los primeros Reinos de Taifas, un período de la Historia musulmana en la Península que contó con importantes acontecimientos. El último califa Omeya que reinaría de forma unitaria toda Al-Andalus fue Hisham III, que se impuso a los descendientes de Almanzor, aunque ello no fue suficiente para mantener la unidad del territorio.

La guerra civil que favoreció la aparición de los reinos independientes de Taifas contaron con tres grupos étnicos beligerantes: andalusíes, eslavos y bereberes. Cada uno de ellos se había hecho fuerte en diferentes regiones del Califato, hasta el punto de conseguir el poder en las diferentes Taifas. Éstas consiguieron la independencia en un rápido intervalo de tiempo, entre los años 1009 y 1016. Desaparecía, de esta violenta manera, el poder unitario musulmán en la Península, para dar paso a la vida independiente de los diferentes reinos emergentes.

Los eslavos eran antiguos esclavos de origen europeo que habían ascendido socialmente durante el gobierno de Almanzor. Ellos establecieron sus Taifas independientes en la zona del Levante peninsular. Por su parte, los bereberes procedían del norte de África, y llegaron a Al-Andalus durante los años de consolidación del Califato. Este grupo étnico se estableció en el sur de la Península. Por último, estaban los andalusíes. Éstos eran los descendientes de los primeros árabes llegados a Hispania en el año 711. Ellos ocuparon el resto de Al-Andalus, con importantes Taifas, como eran las de Toledo (antigua capital visigoda) o Zaragoza.

Por zonas, vamos a analizar a continuación los principales reinos de Taifas que surgieron en la Península Ibérica. Comenzando por el Suroeste, destacaron algunas como Huelva, Algeciras, Córdoba (donde habían caído los Omeyas) y Sevilla. En esta localidad y su territorio circundante reinó la dinastía de los Abadíes, descendientes de Ben Abbad. Tampoco debemos olvidar la Taifa de Granada. En la antigua ciudad de Elvira comenzó a gobernar la familia de Abd Allah. Sería más adelante, ya en el siglo XIII (más concretamente, con el surgimiento de los terceros Reinos de Taifas) cuando Granada quedará como única región musulmana independiente. Sería entonces cuando reinarían en ella los nazaríes.

En el Levante peninsular, como se ha comentado, se establecieron las Taifas de eslavos. Las más importantes fueron las de Murcia, Denia (que abarcó también las Islas Baleares), Tortosa y, sobre todo, Valencia. Una de las dinastías reinantes en la ciudad del Turia fue la de Al Qadir, que anteriormente había gobernado en Toledo. Uno de los acontecimientos más importantes habidos en el siglo XI fue la efímera conquista cristiana de Valencia, por parte de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador.

En la zona centro, destacaron dos importantes Taifas: Badajoz y Toledo. En ésta última, reinó la dinastía Zennur. La toma de Toledo por Alfonso VI de Castilla en el año 1085 supondría un importante golpe al mundo musulmán en la Península. De hecho, esta fecha se considera el comienzo del final de las primeras Taifas.

Nos queda ver, por último, la zona del valle del Ebro. Aquí destacaron las Taifas de Albarracín (provincia actual de Teruel) y, sobre todo, Zaragoza. La antigua dinastía de los Banu Qasi dio paso al gobierno de una nueva familia, los Banu Hud. La administración de la Taifa se desarrolló desde el palacio de la aljafería de Zaragoza, hasta que Alfonso I el Batallador de Aragón la conquistara.

La caída en manos cristianas de esta última ciudad, pero sobre todo también de Toledo, provocaron movimientos internos en las diferentes Taifas. Ello favoreció la desaparición de estos reinos musulmanes, aunque también se vio afectada por un factor externo: la llegada de los almorávides. Pueblo nacido en la ciudad de Marrakech (Marruecos), formaron un importante imperio que les llevó a invadir la Península Ibérica. Su avance fue imparable, de tal manera que pronto, los territorios musulmanes quedaron, de nuevo, unificados bajo un mismo poder.