Josef Mengele y su participación en la Segunda Guerra Mundial
Josef Mengele, nació en la ciudad de Gunzburgo, perteneciente al estado de Baviera, en el sureste de Alemania, 16 de marzo de 1911. Era hijo de un productor de maquinaria agrícola.
Fue un médico, antropólogo e investigador, que ingresó al Partido Nazi, como afiliado en el año 1937, y un año más tarde a la organización de las SS (Schutzstaffel) escuadras comprometidas con la seguridad de la nación, que en 1939, se propusieron terminar con el problema que para ellos representaban los judíos, para lo cual idearon a partir de 1941, la llamada la llamada “solución final” conocida como el Holocausto.
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial el 1 de septiembre de 1939, el puesto de Josef Mengele en el ejército, era el de oficial médico; su destino a mediados de 1941, fue Ucrania, y allí recibió la distinción de La Cruz de Hierro de Segunda Clase, y un año después se lo condecoró con la Cruz de Hierro de Primera clase, al rescatar a dos soldados de un carro incendiado. Sin embargo no pudo continuar en el campo de batalla, pues resultó gravemente herido en 1942.
En 1943, se lo nombró capitán de la SS y su destino fue como director médico del campo de concentración de Auschwitz II-Birkenau —campo de concentración y exterminio uno de los que integraban el complejo Auschwitz, instalado en los territorios ocupados de Polonia. Aquí, Mengele se ganó el mote de “Ángel de la Muerte», por elegir a las víctimas que serían ejecutadas en las cámaras de gas, por no ser aptas para la realización de trabajos forzados en Auschwitz I y III. En este último se les hacía hacer trabajos forzados para la empresa IG Farben.
En Auschwitz, Mengele se convirtió en una figura de terror. Su presencia en la rampa de selección, donde decidía quién viviría y quién moriría, era temida por todos los prisioneros. A menudo, se le veía sonriendo o silbando una melodía mientras realizaba esta tarea. Su crueldad no tenía límites, y se dice que a menudo enviaba a las cámaras de gas a aquellos que no podían mantener el paso durante las marchas forzadas.
En este puesto, Mengele realizó experimentos genéticos, en Auschwitz I, que era el centro original y administrativo y donde los prisioneros hacían labores de campo y en las construcciones, teniendo especial predilección por los hermanos gemelos, investigaciones que ya había empezado a realizar cuando fue asistente en Fráncfort, unos años antes, del científico Otmar Freiherr von Verschuer, y que terminó con la elaboración de una tesis doctoral sobre el labio leporino.
Otros sujetos de su interés investigativo fueron aquellos que tenían heterocromía, personas que se caracterizan por tener sus ojos de distinto color, a los que inyectaba sustancias o incluso les extraía sus globos oculares para analizarlos en Berlín. Los enanos y quienes padecían otros trastornos genéticos, también fueron analizados, para tratar de comprobar la influencia de la herencia, y así reforzar la idea de que los alemanes eran una raza más pura y mejor.
Mientras duraban sus experimentaciones los prisioneros eran bien tratados, en el período en que no se les hacían los procedimientos que muchas veces eran tan crueles, que incluían amputaciones o inoculación de virus, que terminaban con la vida de las personas, que eran manipuladas como objetos, o enviadas a morir si ya no les servían a sus fines. Dos gemelos de nacionalidad gitana, fueron cosidos para unir uno al otro por sus espaldas, para convertirlos en siameses, y ambos murieron.
En 1943, en la parte del campo de concentración donde se alojaban los gitanos hubo una epidemia de una enfermedad que destruye las mucosas de la boca y algunos otros tejidos, causada por desnutrición y falta de higiene, conocida cono noma. Para averiguar las causas, asesinó a varios niños afectados, para estudiarlos. Los gitanos del campo de concentración fueron asesinados en el año 1944.
Después de la guerra, Mengele logró escapar y vivir en el anonimato en Sudamérica, eludiendo la justicia durante décadas. Murió en 1979 en Brasil, sin haber sido juzgado por sus crímenes. A pesar de su muerte, la figura de Mengele sigue siendo objeto de estudio y debate, representando uno de los episodios más oscuros y perturbadores de la historia del siglo XX.