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El Cacerolazo

Publicado por Hilda

El CacerolazoTerminada la época menemista, en 1999, asumió la fórmula de la Alianza, donde las fuerzas conjuntas de la Unión Cívica Radical y las del Frente para un País Solidario (FREPASO) llevaron a Fernando de la Rúa-Carlos (Chacho) Álvarez a la primera magistratura de la nación. En un clima de expectativa, atento a las promesas, sobre todo morales de la campaña, el pueblo argentino se aprestaba a cambiar su rumbo hacia la derrota de la corrupción. El 10 de diciembre asumía Fernando de la Rúa ¿Nacía un nuevo país?

Duró ciertamente poco la esperanza, sembrada a lo largo de la campaña electoral, donde se prometía que el presidente estaría velando por cada argentino, asumiendo todos los roles necesarios para ello (médico, maestro, soldado, etc.). El 17 de diciembre, una represión policial contra el corte del puente que comunica las ciudades de Resistencia y Corrientes, arrojó el saldo de dos muertos.

En materia económica, el presupuesto para el año 2000 contenía un recorte de1.400 millones de dólares, aplicándose un fuerte incremento en materia impositiva.

Sin embargo, cabría pensar que las promesas éticas seguramente se cumplirían. Pero no. El escándalo de las coimas en el Senado provocó la renuncia de Chacho Álvarez.

En marzo de 2001 el ministro de economía Machinea fue reemplazado por Ricardo López Murphy, que estableció nuevos recortes presupuestarios. El 20 de marzo, López Murphy renunció, y el día 29, Domingo Cavallo se hacía nuevamente cargo del ministerio, obteniendo superpoderes. Se aprobó la ley de Déficit Cero, que permitió una quita de salarios y jubilaciones.

La desconfianza crecía a nivel popular, y para no crear una fuga de capitales del sistema bancario se dictó por ley del Congreso, número 25.466, la Ley de Intangibilidad de los Depósitos, donde se impedía al Estado modificar las condiciones pactadas entre los Bancos y los ahorristas.

Las elecciones legislativas de octubre de 2001 con muchas abstenciones y votos en blanco dieron el triunfo al peronismo, mientras el riesgo país crecía a cifras alarmantes.

Sin embargo, lo peor aún estaba por venir. El 1 de diciembre de 2001, se impusieron restricciones al retiro de los depósitos bancarios por un término de 90 días, durante los cuales se impidió el retiro de las cuentas bancarias de cada particular, de sumas superiores a 250 pesos o dólares, prohibiéndose las transferencias al exterior. A esto se sumó la negativa del Fondo Monetario Internacional a la concesión de un préstamo, ya previsto.

El día 13 de diciembre se convocó a una huelga general obrera contra las medidas económicas denominadas como “corralito” aludiendo a la falta de disponibilidad que podían hacer los propietarios de su propio dinero. Simultáneamente en la ciudad de Rosario se produjeron saqueos a supermercados que luego se repitieron, y acrecentaron su violencia, en otros puntos del país. El 19 de diciembre se decretó el estado de sitio por el término de un mes. El 20 de diciembre Fernando de la Rúa pronunció su último discurso como Presidente donde nadie quedó conforme. Esa noche, mientras Cavallo presentaba su renuncia, miles de personas entre hombres, mujeres y niños se dirigieron hacia la Plaza de Mayo, para corear “Que se vayan todos” “armados con cacerolas”. En menos de dos horas la Playa de Mayo desbordaba de gente.

Eran personas en su mayoría de la clase media, que sentía que su derecho de propiedad había sido avasallado. Que presentía que el gobierno se burlaba del sacrificio con los que tras muchos años de trabajo habían podido ahorrar, y habían confiado en el país, pues los ricos tenían sus depósitos en el exterior.

Pasada la media noche, se inició la represión de la masa popular, mediante gases lacrimógenos y balas de goma. Luego, se le sumaron camiones hidrantes y como la gente volvía una y otra vez, a las 15 horas ya había una verdadera batalla campal, que dejó un saldo de 7 muertos y una centena de heridos.

No eran aún las 7 de la tarde cuando el Presidente de los argentinos reconoció que debía retirarse del poder. Un helicóptero inició un vuelo que lo llevaría hacia el ocaso y al juicio de la historia. El pueblo argentino se había expresado en una auténtica manifestación democrática, el gobierno le había respondido con saña y muerte.

El 30 de diciembre la gente volvió a manifestarse con sus típicas cacerolas. Era un fin de año triste, y la gente, a pesar de la renuncia de de la Rúa no encontraba solución a sus reclamos. Aún sigue esperando. La Corte Suprema, luego de varios titubeos convalidó la apropiación indebida de los depósitos al decir que no fue una medida inconstitucional, debiendo reintegrase los depósitos en pesos con un índice de actualización (CER) sumado a un 4 % de interés anual.