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Fernando De La Rúa

Publicado por Hilda

Fernando de La RúaNació en Córdoba (Argentina) el 15 de septiembre de 1937. Cursó sus estudios en el Liceo Militar, sintiendo siempre su simpatía por el partido político de la Unión Cívica Radical en la que militó desde muy joven. En casi cuatro años obtuvo el título de abogado en la Universidad Nacional de Córdoba, donde fue galardonado con medalla de oro.

En 1973, fue elegido Senador por la Capital Federal, e integró la fórmula en las elecciones presidenciales de septiembre de ese año, siendo vicepresidente de Ricardo Balbín. En esos comicios se impuso el binomio, integrado por Juan Domingo Perón, y su esposa, María Estela Martínez de Perón, candidatos por el Frente Justicialista de Liberación (FREJULI).

El año 1976, marcó el oscurantismo democrático y debió continuarse en esa situación hasta 1983, donde el poder del pueblo, nuevamente, pudo ejercerse a través de las urnas.

Si bien fue el radicalismo el que logró salir airoso de esas elecciones, el candidato propuesto y electo, fue Raúl Alfonsín, que había vencido a De la Rúa en las internas del partido. Este último asumió como Senador por la Capital federal, hasta 1989, cuando a pesar de haber obtenido el apoyo popular, la alianza entre el Partido Justicialista y la Ucedé, permitió que fuera desplazado por Eduardo Vaca.

Fue el Presidente del Comité Capital Radical y llegó a la Cámara de Diputados en 1991. En 1993 integró el Senado. En 1996 accedió al cargo de Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, y en 1999 fue electo Presidente de la República Argentina, como candidato de la “Alianza” conformada por la unión de la UCR y el Frepaso (Frente para un país solidario). Por este último sector el vicepresidente que acompañó a De la Rúa en la fórmula, fue Carlos (Chacho) Álvarez. El 48 % de los sufragios los consagraron vencedores, con una propuesta donde la transparencia de la gestión fueron las promesas más fuertes de la campaña. Se preanunciaba un gobierno prudente que acompañaría a cada argentino en su labor, y no una política de derroche en el gasto público, bajo la frase que se hizo sumamente popular: “dicen que soy aburrido”, significando que representaba un orgullo no ser divertido, a costa del sacrificio del pueblo, aprovechando la gestión anterior, de Carlos Menem, criticada por sus gastos excesivos, graficada con la frase “pizza con champagne”. La segunda posición en estas elecciones la ocuparon los peronistas Eduardo Duhalde-Ramón (Palito) Ortega.

El 10 de diciembre de 1999 asumió la presidencia, y no tardaron en presentase los problemas. La situación político-económico-social del país no era óptima al asumir Fernando De la Rúa. el país atravesaba una crisis de descreimiento, por la gran corrupción política, el exceso de privatizaciones que había dejado a muchos argentinos sin trabajo, la deuda externa era impagable, y la recaudación fiscal mínima.

A la semana, las ciudades de Resistencia y Corrientes, incomunicadas por un corte en el puente que las une, por obra de una manifestación, sufrió la lamentable pérdida de dos personas muertas, a causa de la represión policial.

A los diez días de asumir la presidencia, se produjo la denuncia de coimas en el Senado, formulada por el sindicalista Hugo Moyano, contra el Ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, para lograr la aprobación de una ley de reformas laborales, que efectivamente fue sancionada el 12 de abril. El diario “La Nación”, en su edición del 25 de junio, reiteró la denuncia y quince días más tarde, el Senador Antonio Cafiero solicitó la investigación del hecho, que contó con acusaciones, confesiones y desmentidos, y que finalmente, dejó al país sin Vicepresidente tras la renuncia de Álvarez. Mucho tiempo después, el entonces vicepresidente justificó su separación del poder, por no querer “pactar”.

Otra situación confusa se vivió en el PAMI, que originó el alejamiento de su cargo de Graciela Fernández Mejide, la otra líder del Frepaso, acusada de favorecer desde esa entidad a una hermana suya con concesiones especiales, para un Hogar Terapéutico bajo su dirección. La Alianza, en los hechos, estaba rota.

Paralelamente, la Ley de Presupuesto para el año 2000, preveía una reducción de 1.400.000 de dólares, y un aumento considerable en la carga impositiva.

El Ministro de Economía, José Luis Machinea, renunció en marzo de 2001, siendo reemplazado por Ricardo López Murphy, que estaba a cargo del Ministerio de Defensa. Sus medidas fueron drásticas. El recorte del gasto público alcanzó a áreas muy sensibles a la opinión popular, como el despido del 30 % de empleados públicos, salud o educación, cuyo ministro renunció, igual que el de Desarrollo Social y el Secretario General de la Presidencia. Estas medidas impopulares obligaron a López Murphy a renunciar, luego de escasos 15 días de gestión.

Domingo Cavallo se hizo cargo del Ministerio de Economía, dotado de “superpoderes” otorgados por el Congreso. Redujo el impuesto al valor agregado (IVA) pero lo extendió a otros rubros, como a diarios, revistas, transporte, televisión por cable, etc. La Ley de “Déficit Cero” impuso nuevos recortes salariales.

Era noviembre del año 2001, la solución al tema de la deuda externa apareció de la mano del Megacanje mientras los problemas coyunturales de la economía crecían desmesuradamente, en paralelo con la desconfianza de los inversores, que comenzaron a retirar sus fondos de los Bancos, que daban tasas de intereses altísimas para contener de algún modo a los ahorristas.

En materia educativa se implementó el pago del Incentivo Docente que permitió evitar los paros del sector, por reclamos salariales, aunque las clases más oprimidas y los desocupados realizaban cortes de calles, denominados “piquetes”.

El ex Presidente Carlos Menem, debió afrontar un proceso de corrupción con arresto domiciliario, del que fue absuelto por la Corte Suprema, sospechada de ser tendenciosa, y adicta al ex Presidente.

El 14 de octubre de 2001, en las elecciones legislativas, la Alianza solo alcanzó el 24 % de los sufragios, revelando su escaso apoyo popular. El Justicialismo fue el claro vencedor con el 40 % del electorado a su favor, aunque los que realmente se impusieron fueron el voto en blanco y el nulo, como reflejo de la falta de liderazgo político. La Presidencia del Senado quedó a cargo del justicialismo Ramón Puerta.

Para frenar la fuga masiva de los depósitos, el ministro Cavallo, estableció el “corralito”. Lo anunció el 1 de diciembre, por un plazo de 90 días. Impedía retirar de las Cajas de Ahorro personales, sumas superiores a 250 pesos o dólares semanales, a pesar de que regía la Ley de “Intangibilidad de los Depósitos” que se había dictado para lograr la credibilidad pública.

En el mes de diciembre el descontento ganó las calles. El detonante a la sumatoria de presiones que debió soportar la población, fue el “Corralito Financiero” donde la clase media, principal perjudicada, que había podido ahorrar en medio de tamaña crisis, se vio privada de disponer de su propiedad “secuestrada” en los Bancos.

El 19 de diciembre la población ganó las calles, manifestando con cacerolas, haciendo el ruido suficiente para hacer oír sus reclamos, y el día 20, la situación se desbordó. Junto a los vecinos que pacíficamente se expresaban, algunos inadaptados aprovecharon la situación para saquear supermercados, Bancos, y comercios de todo tipo.

De La Rúa decretó el estado de sitio, pero nada impidió que cinco muertos se contaran como saldo de esos días de rebeldía popular. Intentó como un último recurso llegar a un acuerdo con el justicialismo para sumarlos a la gestión de gobierno, pero fracasó en su propósito.

La renuncia del Presidente, presentada a la hora 19.45 de l mismo 20 de diciembre de 2001, que había llegado al poder con la promesa de un gobierno próspero, evidenciaba que no había logrado su meta, sino que dejaba al país en una situación casi anárquica, mientras un helicóptero lo alejaba del escenario político que lo había recibido con los brazos abiertos.

El Presidente del Senado, el justicialista Ramón Puerta, tomó el mando presidencial, como correspondía constitucionalmente. Se iniciaría una nueva etapa durante la cual se sucedieron los presidentes argentinos de modo vertiginoso, mientras la crisis crecía junto al riego país.