Los cananeos
Los cananeos fueron una antiquísima civilización que habitó las tierras de Canaán, en el Asia Occidental. Su cultura se desarrolló aproximadamente desde el 4000 antes de Cristo, en la zona del Líbano actual, según la Biblia, entre el río Jordán y el mar Mediterráneo. En la actualidad comprende las ciudades de Jordania e Israel. Las ciudades cananeas (la más nombrada en la Biblia es Sidón, aunque una de las primeras fue Jericó) se unificaron hacia el 3000 antes de Cristo, sustentadas por una fuerte actividad agrícola, alfarera y comercial, ya que estaban ubicados en un punto estratégico, para el intercambio con diversos pueblos, como los egipcios y los babilonios, siendo un lugar de paso entre África y Asia.
Descubrimientos arqueológicos en lugares como Biblos y Sidón muestran que los cananeos eran expertos en la elaboración de cerámicas, metalurgia y creación de cuentas de vidrio. Sus redes comerciales se extendían por todo el Mediterráneo, intercambiando bienes como vino, textiles y trabajos en metal con culturas vecinas, incluidos los egipcios y los micénicos.
Los Cananeos crearon uno de los primeros sistemas de escritura fonética, simplificando la escritura jeroglífica y cuneiforme, compuesta de veintidós consonantes y sin vocales, según los textos hallados en la ciudad de Ugarit. Su lengua era semítica. Este sistema de escritura fue una innovación clave que influenció posteriormente el desarrollo de los alfabetos fenicio y griego, contribuyendo así a la formación de la base alfabética utilizada en muchas lenguas modernas.
Junto a su sistema de escritura fonético temprano, hallazgos recientes resaltan la influencia de los cananeos en el desarrollo de la escritura hebrea. Los textos ugaríticos en particular muestran similitudes con el hebreo temprano, indicando una herencia compartida en la evolución lingüística.
Su arte era sencillo, sin que se hallaran construcciones monumentales. De un molusco extraían una preciada tinta púrpura, con la que las personalidades socialmente más encumbradas, teñían sus túnicas. El dios principal y creador de cananeos era El, padre de Baal, dios guerrero y patrono de las tormentas y la fecundidad. A ambos se los representaba como toros, siendo Baal, un becerro, que estaba en lucha contra Mot, el dios de la muerte.
Además de El y Baal, el panteón cananeo incluía a la diosa Aserá, a menudo considerada como la consorte de El, y Anat, diosa del amor y la guerra. Los rituales y ofrendas se llevaban a cabo típicamente en lugares altos y santuarios al aire libre, acompañados de banquetes comunales como parte de las ceremonias religiosas.
Los cananeos sufrieron varias invasiones, como la de los amorreos, que destruyeron varias de sus ciudades ubicadas en las montañas, pero éstas fueron reconstruidas. A mediados del siglo XVII a. C, los invasores fueron los hicsos, que tenían una poderosa caballería y que habían tomado el poder en Egipto. Recientes descubrimientos arqueológicos sugieren que la influencia de los hicsos en la cultura cananea fue significativa, introduciendo elementos tecnológicos y culturales que prevalecieron incluso después de su partida. Un poco después llegaron los hurritas, que impusieron en la región una importante reactivación comercial, pero en el siglo XV antes de Cristo, los egipcios lograron apoderarse de varias ciudades caneas como Yajó, Gézer, Lidda, Ta’ának y Meggido. Sin embargo, los hititas, en el siglo XIV a. C, le disputan el poder a los egipcios, logrando que éstos pierdan poder, el que recuperan aunque sea temporalmente, cuando vencieron a los hititas en la batalla de Qadesh.
Excavaciones en ciudades como Megido y Hazor revelan que la planificación urbana era sofisticada, con muros fortificados, palacios y sistemas de agua elaborados. Los cananeos incorporaron influencias arquitectónicas tanto egipcias como mesopotámicas en el diseño de sus ciudades.
La Torá afirma que los cananeos descendían de Canaán, uno de los cuatro hijos de Cam, que a su vez era hijo de Noé, quien maldijo a Canaán, por hechos de su padre, que se rio de Noé al verlo borracho y desnudo, y la condena fue que se convierta en esclavo de los hijos de sus tíos, Sem y Jafet. Esto se cumplió cuando los israelitas descendientes de Sem, sometieron a los cananeos, hacia el año 1400 antes de Cristo, al recibir ese mandato de parte del propio Dios, que deseaba terminar con las prácticas politeístas e idólatras, que incluían sacrificios humanos. Además, estudios recientes de genética han revelado que los actuales habitantes del Líbano comparten una notable cantidad de ADN con los antiguos cananeos, lo que sugiere una continuidad cultural y étnica significativa en la región.
Estudios genéticos adicionales revelan que las poblaciones modernas del Líbano y áreas circundantes comparten una parte significativa de su ascendencia con los antiguos cananeos, proporcionando una visión de continuidad histórica y matrimonios mixtos con culturas vecinas a lo largo de milenios.
Los territorios comprendidos entre el mar Rojo y el mar de los filisteos y desde el desierto hasta el río Éufrates, era la Tierra Prometida al pueblo hebreo, tras haberlos ayudado a escapar de su esclavitud en Egipto. Las ciudades cananeas fueron así aniquiladas, liderados los hebreos, por Josué.