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El asesinato de Kennedy

Publicado por Pablo

Kennedy, en su coche presidencialOcurría el 22 de Noviembre de 1963. Mientras circulaba en el coche presidencial por la Plaza Dealey, en Dallas, Texas, el Presidente de los Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy moría asesinado, dando inicio a días de conmoción nacional y a algunos de los momentos más tristes de la historia del país. Kennedy se encontraba en plena gira política, visitando las principales ciudades del país. Lo acompañaban, en el momento funesto, su mujer Jacqueline y el gobernador de Texas, John Connally.

El atentado se produjo cuando el coche, de techo descubierto, circulaba por el centro de la ciudad de Dallas. Tres disparos, aparentemente efectuados desde el quinto piso de una casa desde la que se dominaba el recorrido presidencial, alcanzaron a Kennedy y a Connally. Ambos políticos fueron trasladados de inmediato al hospital Parkland Memorial de Dallas, pero, a pesar de las prisas y la eficiente actuación de los efectivos sanitarios, poco después la peor noticia posible se confirmaba.

Sin que hubiera, en ningún momento, recobrado el conocimiento, el presidente Kennedy moría treinta minutos después del brutal atentado; una de las balas le había alcanzado el cerebro, por lo que nada se pudo hacer. Por fortuna, la vida del gobernador Connally pudo salvarse.

Poco después del magnicidio, la policía detenía al que parecía ser el principal sospechoso: Lee Harvey Oswald, un ex marine.

Apenas una hora y media después de que el atentado conmocionara a un país que se encontraba en alerta, el vicepresidente Lyndon Johnson prestaba juramente a bordo del avión que le conducía a Washington y se convertía, de la manera más trágica, en el trigésimo sexto Presidente de los Estados Unidos.

Rápidamente se sucedieron las muestras de lamento, así como los elogios por los aciertos y virtudes mostrados por Kennedy durante su mandato. Según la mayoría de los analistas, Kennedy dio muestras de un excelente talento de estadistas; su voluntad de movilizar y reagrupar las fuerzas del mundo occidental frente al bloque del Este, pero manteniendo a la vez un inquebrantable equilibrio pacífico entre ambos polos, comenzaba a mostrar sus primeros éxitos.

Aunque sus más fieles seguidores admitían que JFK –iniciales por las que, popularmente, pasó a conocérsele- fracasó en su intento de reformar ciertos aspectos de la vida social estadounidense, fueron pocos los que le negaron su éxito con la Alianza para el Progreso que lanzó para devolver el prestigio perdido a la política norteamericana, sobre todo en América del Sur.

Su escasa mayoría parlamentaria le impidió conseguir algunos de sus mayores propósitos, anunciados durante su anterior campaña electoral. Su talento, sus dotes de mando, y sus emocionantes proyectos que jamás pudieron cumplirse convirtieron su figura en un mito, recordado con fervor por buena parte de la sociedad que lo convirtió en presidente.