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La Rebelión Árabe de 1916

Publicado por Joaquín

Jerife Husayn de La MecaLa zona de Oriente Medio había llegado a los primeros años del S. XX bajo el dominio de un ya menguado Imperio Otomano. Su influencia, que antaño alcanzaba buena parte del este de Europa, había quedado prácticamente limitada a la Turquía actual y a los países árabes de su entorno.

Para intentar consolidar lo poco que les quedaba de Imperio, los otomanos, ya influidos por los llamados Jóvenes Turcos, intentan no perder su presencia en la zona. Para ello, su intención es crear relaciones más estrechas con los habitantes de Oriente Medio, los árabes, para que no haya levantamientos e intentos de conseguir la independencia.

Sin embargo, dentro del mundo árabe, siempre muy desunido políticamente, comenzaba a nacer una conciencia de pertenencia a una cultura común, un cierto nacionalismo, en un principio solo cultural. Y, obviamente, esta conciencia nacía en oposición a la potencia y cultura dominante: el Imperio Otomano.

Pronto, de este sentimiento cultural nacen las reivindicaciones políticas y el nacionalismo árabe, panárabe cabría decir, empieza a organizarse, con la creación de diversas organizaciones que, curiosamente, tenían cierta semejanza con la de los Jóvenes Turcos.

El Congreso panárabe de París, 1913, supuso la consolidación de estas aspiraciones de independencia de los pueblos que habitaban la zona.

Envueltos en este ambiente, llega la Primera Guerra Mundial, en la que el Imperio Otomano participa al lado del eje y frente a los aliados franceses, británicos y rusos. El Sultán, Mehmed V, intenta jugar la baza de la religión para movilizar a los árabes en favor de su país y llama a la yihad contra los aliados. Sin embargo, los británicos ya habían anticipado este movimiento.

De esta forma, el gobierno de Gran Bretaña ya había comenzado a negociar con el jerife Husayn de La Meca, figura reconocida por todos los árabes al llevar el título de Guardián de los Santos Lugares del Islam, la participación de los pueblos de Oriente Medio en la guerra en el bando aliado.

La contrapartida estaba clara: si el jerife conseguía levantar a los árabes contra los otomanos, los británicos los ayudarían a tener un Estado propio. De hecho, se conoce el contenido de un mensaje del Alto Comisario británico en El Cairo, Henry McMahon al propio jerife: “si la nación árabe se coloca a su lado en esta guerra, Inglaterra […] dará a los árabes toda la ayuda necesaria contra una agresión extranjera».

A pesar de las promesas, los árabes intentan concretar un poco más la oferta de los británicos. Así, el mandatario árabe, ya entre 1915 y 1916, pide que ese eventual Estado abarcara Arabia y lo que hoy en día es Siria, Líbano, Palestina, Jordania e Iraq.

Gran Bretaña, deseosa de liberar un poco el frente en la zona, decide aceptar casi por completo la petición del jerife de La Meca. Tan solo deja fuera del acuerdo algunas zonas costeras que los aliados pretenden quedarse para sí, dado su interés estratégico.

Así, una vez conseguida la futura independencia sobre el papel, los árabes se lanzan a la Guerra. La sublevación comienza en Damasco, mientras al mismo tiempo Huseyn se hace coronar Rey de los árabes.

El apoyo de los árabes es fundamental para los aliados en la zona: a pesar de que un ejercito turco – alemán se desplaza hacia Medina, los insurrectos logran liberar La Meca y esta ciudad. Igualmente se hacen con el ferrocarril del Hiyaz, vía de comunicación estratégica, lo que deja aisladas a los regimientos otomanos en Yemen.

Ya en 1917, los sublevados ocupan Aqaba, puerto de mar situado actualmente en Jordania y que está frente a las costas egipcias del Sinaí, lo que abre la región al ejercito aliado. Tras esta victoria, el avance es rápido: en Noviembre de 1917 las tropas árabes toman Jaffa y poco después las británicas entras en Jerusalén. Por último, ya en 1918, los árabes llegan a Damasco. Allí intentan organizar el primer gobierno del Estado Árabe prometido por los británicos.

.En toda esta rebelión encontramos una figura fundamental, y también mítica, T.E. Lawrence, Lawrence de Arabia, que es clave para convencer a los árabes de su participación en la revuelta y coordina la sublevación con los ejércitos aliados.

Sin embargo, la verdadera intención de los aliados pronto empieza a tomar forma. Ya en 1916, franceses y británicos habían firmado en secreto los Acuerdos Sykes-Picot, en los que dividían la zona entre sus dos países, sin atender las promesas hechas a los árabes. A esto se une la Declaración Balfour, por la que Gran Bretaña apoyaba las reivindicaciones judías para tener un estado en Palestina.

Las consecuencias pronto empezaron a verse clara y la situación en toda la zona, en lugar de clarificarse, comenzó a emponzoñarse cada vez más.