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La Guerra de los Seis Días

Publicado por Joaquín

Mapa tras la guerraLa Guerra desatada por el control del Canal de Suez dejó una situación en la zona que podía estallar a la menor ocasión. Israel, que había ocupado el Sinaí, accedió a retirar sus tropas a cambio de que Egipto dejara de apoyar las acciones de guerrilla que partían de allí. En su lugar, un cuerpo especial de la ONU se hizo cargo de la administración de la península.

Sin embargo, el Gobierno egipcio, ya decididamente apoyado por la Unión Soviética, continuó ayudando a las distintas facciones guerrilleras que atacaban el estado hebreo. De alguna manera, la presión social no le hubiera permitido hacer otra cosa, dado el ambiente anti-israelí que imperaba en toda la zona.

Mientras, en Siria se había producido un cambio de gobierno que supuso la subida al poder de los sectores más radicales del partido Baas. Pronto empezaron a iniciarse contactos entre ambos países, de cara a formar una coalición que pudiera enfrentarse al poderoso ejercito de Israel. Igualmente intentaron que Jordania, en cuyas manos estaba Jerusalén Este, apoyara la coalición, aunque la respuesta de los jordanos fue más ambigua, sin comprometerse totalmente.

El Gobierno de El Cairo pide en mayo de 1967 la retirada de las fuerzas de la ONU de la Península del Sinaí y, al mismo tiempo, empieza a impedir el paso de los barcos del estado hebreo por el estrecho de Tirán junto con Jordania.

En este contexto, es importante destacar que la tensión en la región se había incrementado considerablemente en los meses previos a la guerra. Las provocaciones y los enfrentamientos fronterizos eran frecuentes, y la retórica belicista se había intensificado. Los líderes árabes, especialmente el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, habían hecho declaraciones públicas prometiendo la destrucción de Israel.

La guerra se veía venir y su comienzo no sorprendió a nadie. El 5 de junio, Israel lanza su ofensiva después de que sus radares percibieran la presencia de aviones y tanques egipcios dirigiéndose hacia la frontera común.

Al mando del General Rabin las fuerzas israelíes efectuaron una ofensiva arrolladora. En apenas tres horas la aviación de este país consiguió destruir la mayor parte del arsenal aéreo egipcio, 319 aviones, que ni siquiera pudieron despegar. Sus perdidas fueron nimias, tan sólo 19 aviones.

Esto dejó el terreno franco para el avance de las tropas de tierra, rompiendo las defensas árabes tanto por el sur como por el norte, en la franja de Gaza, donde acabó con los intentos de resistencia de las tropas palestino-egipcias.

Ese mismo día Jordania entra en la guerra. Según se cuenta, el Rey Hussein recibió informes erróneos que indicaban que en el Sinaí el ejercito israelí estaba siendo derrotado y decide sumarse a las hostilidades. Los aviones jordanos comienzan a bombardear las principales ciudades de Israel y, especialmente, Jerusalén.

La reacción israelí fue inmediata y contundente. Empezó a tomar las posiciones jordanas cerca de Belén y al sur de Ramallah y sus aviones bombardearon Amman y Mafraq.

Jerusalén se convirtió en el centro de las operaciones e Israel atacó la ciudad sagrada, cortando la comunicación entre las tropas jordanas allí ubicadas y los efectivos que se encontraban en Samaria.

Ya durante el segundo día de guerra Jordania lanzó un fallido ataque en territorio israelí, debiendo retirarse ante la contraofensiva con la que este respondió. Además, esto provocó que se debilitasen las defensas del país árabe y que los israelíes decidieran penetrar en Jordania, ocupando una amplia franja.

Mientras, en el Sinaí, el ejército avanzaba en dirección al Canal, convergiendo las distintas escuadras que habían penetrado en Egipto.

Ese mismo día fue ocupada Gaza y en Jerusalén Este tuvo lugar una encarnizada batalla, hasta que finalmente el día 7, la Ciudad Vieja de Jerusalén, un símbolo para todos los musulmanes, cayó en poder del ejército hebreo. Junto a ella, también conquistaron Belén y Hebrón, con los jordanos en plena desbandada y sin disparar un solo tiro. Posteriormente, los soldados comenzaron a avanzar hacia Jericó.

Sharm el-Sheik, en la costa del Sinaí, fue ocupada por las fuerzas navales que volvieron a abrir los estrechos de Tirán para permitir la circulación marítima. En pocas horas, toda la península estuvo bajo el poder de Israel, que había demostrado su poderío militar.

Ante la derrota que estaban sufriendo, egipcios y jordanos aceptaron la propuesta de la ONU de un alto el fuego, al que Israel accedió.

Tan sólo quedaba Siria, cuyos únicos movimientos habían sido algunos bombardeos sobre poblados en los Altos del Golán. Al no sufrir ya los ataques de las unidades jordanas y egipcias, Israel se centró en acabar con ese otro foco bélico.

Y, de nuevo, el resultado fue fulgurante y la toma de los Altos del Golán estuvo casi completada en muy poco tiempo. Siria, finalmente, tuvo que aceptar también el alto el fuego, cuando ya sus enemigos se dirigían a Damasco.

En solo 6 días, los estados árabes habían sufrido una humillante derrota en manos de Israel. Este se anexionó los territorios conquistados: el Sinaí, la franja de Gaza, Samaria, Judea y los Altos del Golán.

Como es bien visible para cualquiera que siga la evolución de la zona, esto trajo nuevos conflictos que, al día de hoy, parecen no tener un final a la vista.

La Guerra de los Seis Días marcó un punto de inflexión en el conflicto árabe-israelí. La rápida victoria de Israel y la anexión de los territorios mencionados cambiaron el mapa de la región y las relaciones de poder entre los diferentes actores. La guerra también tuvo un impacto significativo en la política internacional y en la percepción de Israel en el mundo. A pesar de la victoria militar, la guerra no resolvió los problemas subyacentes y, de hecho, sentó las bases para futuros conflictos. En particular, la ocupación de los territorios palestinos por parte de Israel ha sido una fuente constante de tensión y conflicto desde entonces.