Mariano Boedo
Mariano Joaquín Boedo nació en Salta el 25 de julio de 1782 y falleció en Buenos el 9 de abril de 1819. Fue abogado y vicepresidente del Congreso de Tucumán cuando se proclamó la Declaración de Independencia de Argentina el 9 de julio de 1816.
Abogado de profesión, estudió en Córdoba, en el Seminario Loreto, y en la Universidad de Charcas donde obtuvo la titulación en 1805. Durante estos años cultivó su amistad con Mariano Moreno (1778-1811) abogado, periodista y político fuertemente influenciado por los autores ilustrados franceses y que tan importante papel jugó en los acontecimientos de la Revolución de Mayo de 1810 como Secretario de la primera Junta.
Fue Secretario de la Real Audiencia y estuvo también muy comprometido con la Revolución de Mayo de 1810 formando parte del Cabildo Abierto y realizando una gran actividad de difusión de los ideales del movimiento emancipador. Juan Martín de Pueyrredón lo nombra asesor y secretario suyo.
En 1813 se hizo cargo del gobierno de su provincia natal, Salta, por petición del militar Manuel Belgrano. (1770-1820)
Respaldó al militar Martín Miguel de Güemes (1785-1821) durantes las controversias de éste con José Rondeau (1775-1844) provocadas por los conflictos de Jujuy en 1815.
Durante el Congreso de Tucumán, donde se proclamó la Declaración de Independencia de Argentina el 9 de julio de 1816, fue escogido por el pueblo de su provincia para acudir como diputado de Salta junto al coronel José Moldes y José Ignacio de Gorriti. Ocupó el cargo de vicepresidente del congreso que fue presidido por Francisco Narciso Laprida. En 1817 ocupó el cargo de presidente del mencionado congreso.
Al histórico Congreso de Tucumán, no obstante, no acudieron todos los representantes de todas las provincias. Finalmente acudieron los diputados de: Buenos Aires, Tucumán, San Luis, Catamarca, Mendoza, San Juan, La Rioja, Córdoba, Salta, Santiago del Estero, Alto Perú, Mizque, Charcas y Chichas. Se quedaron en el camino aquellos, los partidarios de un estado federal y englobados en la Liga de los Pueblos Libres, que fueron interceptados por los partidarios del unitarismo que copaban la totalidad del Congreso y aquellos cuyos territorios estaban envueltos en conflicto bélicos por la invasión luso-brasileña.
El 9 de julio de 1816 siendo presidente del Congreso de Tucumán, Francisco Narciso Laprida y vicepresidente Mariano Joaquín Boedo se declaró la Independencia Nacional.
Durante la vicepresidencia de Mariano Boedo, el Congreso de Tucumán ratificó entre otras disposiciones las siguientes: la emisión de moneda, el reconocimiento de la bandera nacional diseñada por Manuel Belgrano y el himno argentino. Además se unificaron los planteamientos para guerrear contra el ejército realista pero también surgieron discrepancias sobre la ciudad que debería ostentar la jefatura política de la nación.
Con una frágil salud y económicamente mermado, en 1818 abandona el Congreso de Tucumán, que estaba establecido en esos momentos en Buenos Aires y es sustituido por el Coronel Mateo Saravia. Llega a la capital y allí pasa sus últimos días hasta que finalmente fallece a la temprana edad de treinta y seis años el día 9 de abril de 1819.
Sus restos mortales se encuentran en la Basílica de San Francisco de Asís de la capital de Argentina.
A lo largo de su vida, Mariano Joaquín Boedo se destacó no solo por su compromiso político, sino también por su habilidad para mediar en situaciones de conflicto. Su capacidad para negociar y buscar consensos fue crucial durante los debates del Congreso de Tucumán, donde se discutieron temas fundamentales para la consolidación de la nueva nación. Boedo fue un firme defensor de la unidad nacional y trabajó incansablemente para superar las divisiones internas que amenazaban con fragmentar el territorio argentino.
Además de su labor política, Boedo también se involucró en la promoción de la educación y la cultura en su provincia natal. Creía firmemente que la educación era un pilar fundamental para el desarrollo de una sociedad libre e independiente. Durante su gestión en Salta, impulsó la creación de instituciones educativas y fomentó la difusión de ideas ilustradas, siguiendo el ejemplo de su amigo Mariano Moreno.
El legado de Mariano Joaquín Boedo perdura en la memoria histórica de Argentina como un símbolo de dedicación y sacrificio por la causa de la independencia. Su vida y obra son recordadas en diversas localidades del país, donde calles, plazas y escuelas llevan su nombre en homenaje a su contribución a la construcción de la nación argentina. A pesar de su temprana muerte, su influencia sigue siendo un ejemplo de liderazgo y compromiso cívico para las generaciones futuras.
La figura de Boedo también ha sido objeto de estudios históricos que destacan su papel en la articulación de un proyecto nacional inclusivo, que buscaba integrar a las diversas regiones del país bajo un mismo ideal de libertad y progreso. Su visión de una Argentina unida y próspera continúa inspirando a aquellos que luchan por una sociedad más justa y equitativa.