Batalla de Cannas
En el marco de la Segunda Guerra Punica, la Batalla de Cannas entre el Imperio Romano y el Imperio Cartaginés, constituyó una de las mayores derrotas para los primeros.
Aníbal Barca, hijo del asesinado Asdrúbal, infligió el Tratado del Ebro (226 a.C), acuerdo mediante el cual Cartago no se anexionaría hacia el norte del Ebro, así como tampoco lo haría Roma al sur de éste. La ciudad de Sagunto estaba fronteriza al sur del Ebro, proximidad que determinó que los romanos firmaran una alianza con ésta, ya que las fuerzas de Aníbal iban ganando momento a momento mayor poderío. El dirigente cartaginés interpretó tal actitud de Roma como una amenaza, invadió Sagunto, la sometió, en tanto que la contraofensiva inmediata de Roma fue la exigencia de justicia a Cartago.
Cabe mencionar que la Segunda Guerra Púnica comienza por el afán de expansión de Cartago hacia la Península ibérica y el objetivo que los romanos tenían en vista, el dominio del Mediterráneo, meta que lograran, posteriormente, con la destrucción definitiva de los cartagineses.
El objetivo fijado por Cartago fue la conquista de la Península Itálica. Para ello, invadió varios pueblos y si bien llegó a Roma, no entró en la ciudad, estableciéndose en la localidad de Abulia.
El 02 de agosto del 216 ambas tropas se encontraron en Cannas, al sudeste de Italia. Al frente al ejército cartaginés se encontraba Aníbal Barca y en el bando romano los cónsules Paulo Emilio y Terencio Varrón.
La estrategia llevada a cabo por Aníbal pasó a la historia por la manera en que derrotó al ejército romano, rodeando las legiones en forma de U y atacándolos por la espalda. El saldo de vidas en la batalla fue cuantiosamente superior para los romanos que para los cartagineses. En tanto que de los primeros perecieron alrededor de 70.000 soldados, hecho relatado por Polibio; para los segundos el saldo fue de, alrededor, 5.000 que fueron apresados como prisioneros y 6.000 que fallecieron en la contienda.
El triunfo púnico fue un ejemplo de táctica militar que determinó las épocas subsiguientes. El movimiento envolvente ideado por Aníbal para acorralar al ejército romano, representó el prototipo de aniquilación en las batallas, posteriormente desutilizado en tiempos modernos.