La Batalla de Farsalia
Contexto histórico
Debemos ubicarnos temporalmente en los últimos años de la República romana, envuelta en una terrible crisis interna, causadas por caudillos que deseaban el poder, dentro de una sociedad, que cada vez sufría más miserias, y era amenazada por peligros exteriores por parte de pueblos que querían reconquistar sus territorios.
En el año 100 a. C, gobernó el cónsul Cayo Mario, quien asumió prometiendo reivindicar los derechos de la plebe, representando al partido popular, pero pronto su mandato se tornó en contra del propio pueblo. Ocupó el consulado siete veces.
En el año 90 a. C. asumió Lucio Cornelio Syla, de origen noble, que había sido lugarteniente de Mario, quien debió afrontar luchas civiles contra su antecesor que quería recuperar el mando. Al morir Mario, Syla logró que el Senado lo nombre Dictador, facultado para redactar las leyes y organizar la Constitución.
Trató de poner límites al poder de los magistrados, dando mayores atribuciones al Senado, intentando restaurar las instituciones republicanas. En el año 80 a. C, Syla abdicó, asumiendo 10 años después, como cónsules, su lugarteniente y yerno, Cneo Pompeyo y Licinio Craso. Para lograr la aceptación popular, también se unió a ellos, Julio César, constituyéndose en el año 60 a. C, el Primer Triunvirato.
Durante la ausencia de César en las Galias, se inició una campaña contra él, encabezada por Pompeyo y algunos miembros del Senado, que provocó el retorno de César, quien tras cruzar el río Rubicón, comprobó que Pompeyo se había dirigido estratégicamente a Grecia.
La batalla
Ocurrió el 9 de agosto de 48 a. C, en los campos griegos de Farsalia, donde Julio César, que se identificaba con los sectores populares, y Cneo Pompeyo, con la nobleza, se enfrentaron en lucha, con sus fuerzas respectivas.
Ambos eran expertos combatientes. Pompeyo se había destacado en su lucha junto a Syla, también en España, y había participado en la erradicación de la piratería de la zona del Mediterráneo. Julio césar volvía de una exitosa campaña en las Galias, donde ya había probado una nueva forma de combate, la guerra de movimientos, basada en la velocidad de desplazamiento como modo de compensar la inferioridad de hombres. Esta táctica, a su vez, ya había sido utilizada en Cartagena, por Escipión el Africano.
Pompeyo, eligió el lugar pues pretendía llevar a César a la mayor distancia posible de Italia y la Galia, donde recibiría refuerzos. Pompeyo tenía unos 60.000 infantes, divididos en cuatro frentes. En el centro, Marcelo Escipión, a su derecha Publio Cornelio Léntulo Spinther, a la izquierda, Lucio Domicio Enobarbo, mientras la caballería quedaba a cargo de Tito Labieno, con 7000 jinetes, a la izquierda. En el flanco derecho, 600 jinetes de Ponto. En total eran 117 cohortes (11 legiones). Siete de las cohortes quedaron en el campamento. La infantería pesada estaba en manos de españoles.
En tanto, César, reunía 31.000 soldados (87 cohortes) al mando de los cuales se hallaban Cneo Dominico Calvino, en el centro, escoltado por la izquierda por Marco Antonio, y por la derecha, por Publio Cornelio Syla. También dispuso 7 cohortes en el campamento. La caballería era numéricamente el 20 % de la que poseía su rival, formada por ubios y galos. Detrás de la caballería ordenó una cuarta formación, en línea oblicua, combinando la caballería con la infantería, debilitando la zona central y guardando algunas unidades de reserva, poniendo en juego una estrategia de combate a la que ya nos referimos.
Si bien la cantidad daba supremacía a las fuerzas de Pompeyo, las de Julio César eran más calificadas en su preparación bélica, siendo veteranos de las Galias.
Pompeyo dispuso sus fuerzas junto al monte Dogandzis. Su avance pareció al principio efectivo, lanzando sus jinetes dispuestos a la izquierda, sobre la derecha de César, que retrocedió, pero cuando comenzó el ataque sobre la línea dispuesta en forma oblicua, esa caballería retornó en apoyo, y los pompeyanos debieron retirarse.
La reserva de César se dispuso en la parte central de la fuerza de ataque, destruyendo el flanco rival, luego de dos horas de combate, obligándolos a huir. Pompeyo se dirigió a su campamento, que fue invadido por César, quien se apoderó de los restos del armamento. Ante tal situación. Pompeyo se dirigió a Egipto, lamentando casi 10.000 muertos entre sus filas. Julio César, si bien reconoció 200 bajas, además de 30 centuriones, es probable que fueran algo más de 1.000. César continuó la persecución de su rival, quien sería asesinado en Egipto, por el faraón, para congraciarse con Julio César, pero este gesto no fue visto por el romano.