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Alfredo el Grande

Publicado por Hilda

El monarca del reino de Wessex, Ethelwulfo, y la primera de sus esposas, Osburga, tuvieron seis hijos. El quinto de ellos, nacido en el año 849 en Wantage (Berkshire) fue Alfredo. A la muerte del padre, en el 858, el trono fue asumido por Ethelbaldo, segundo hijo del rey. A Ethelbaldo, que murió solo dos años luego que su padre, le fueron sucediendo en orden de nacimiento, Ethelberto que gobernó seis años, y Etelredo.

Alfredo era un niño vivaz, inteligente y curioso que se había impresionado con Roma, cuando a los 9 años visitó ese lugar. Durante su estancia en Roma, fue bendecido por el Papa León IV, un evento que dejó una marca indeleble en su joven mente y que influiría en su devoción religiosa y su interés por la educación y la cultura.

Un problema enorme que estaba afrontando Inglaterra eran las constantes invasiones de los vikingos que realizaban incursiones y asaltos en los reinos con enorme violencia, sin que pudieran detenerlos.

Alfredo asumió el trono de Wessex en el año 871 y con él la situación cambió. Ya durante el reinado de su hermano Etelredo había comenzado su lucha contra los invasores en forma exitosa y por eso fue nombrado co-rey, lo que le aseguraba la sucesión del trono en caso de muerte de su hermano, desplazando a sus sobrinos.

Las luchas entre británicos y daneses fueron muchas y cruentas, con resultados variables. Los daneses ya habían conquistado Northumbria y establecido su cuartel en Nottingham, luego de arrasar East Anglia, y el rey de Mercia pidió ayuda al de Wessex, pero daneses e ingleses llegaron a un acuerdo de que los vikingos se irían a cambio de oro, lo que no hizo más que alentar la ambición de los invasores.

El 23 de abril de 871, el rey Etelredo I murió en batalla, en Merton, y ese mismo día Alfredo fue coronado como rey de Wessex, mientras los daneses seguían asolando el territorio, con tratados de paz que se rompían con facilidad.

Bajo el liderazgo de Guthrum, los vikingos lograron tomar Exeter, pero Alfredo logró detener el avance y los daneses se refugiaron en Mercia. En enero del año 878, el rey Alfredo pudo escapar milagrosamente del ataque de los vikingos a Chippenham, edificando una fortaleza en Athelney, desde donde planificó la resistencia.

A mediados de mayo de ese año, ocurrió el encuentro, en Wiltshire, en la batalla de Edington, con resultado favorable para Alfredo. Muchos daneses, incluyendo a su rey Guthrum fueron bautizados, y se les concedieron tierras a los vencidos en el noreste (que incluía a Londres) por la paz de Wedmore, que se conocerían como Danelaw. Una sublevación danesa reprimida por Alfredo, modificó el tratado anterior, quitándoles a los daneses varios territorios.

La protección del rey Alfredo se extendió a los príncipes de Gales, quienes cooperaron con él en sus campañas. También fundó veinticinco ciudades, escuelas e iglesias, y elaboró un nuevo código de leyes. Tradujo al inglés antiguo a autores cristianos, entre ellos a San Agustín y creó una marina para hacer frente a los invasores vikingos. Hizo alianzas con reinos vecinos a través de casar a sus hijas, una con el rey de Mercia, y otra con el conde de Flandes.

Alfredo también fue un gran reformador administrativo. Dividió su reino en shires (condados) y hundreds (centenas), lo que mejoró la administración y la recaudación de impuestos. Además, estableció un sistema de burhs (fortalezas) que no solo servían como defensas contra los vikingos, sino que también fomentaban el comercio y la economía local.

El rey Alfredo era conocido por su amor a la sabiduría y la justicia. Se rodeó de eruditos y promovió la educación, creyendo firmemente que un reino fuerte dependía de súbditos bien educados. Fundó la escuela de la corte, donde jóvenes nobles y plebeyos talentosos podían recibir educación.

La muerte de Alfredo ocurrió el 26 de octubre de 899. Su sepultura inicial fue en la abadía de Newminster, pero luego sus restos se trasladaron a la abadía de Hyde (Winchester). Su legado perdura no solo en las estructuras y leyes que dejó, sino también en la memoria colectiva como un rey justo y sabio que defendió a su pueblo con valentía y visión.