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El reinado de Carlos II de Inglaterra

Publicado por Pablo

Carlos II de InglaterraLa restauración de Carlos II llevó a la práctica la abolición de muchas medidas políticas y constitucionales de la época de Cromwell. La opinión de la historiografía, durante mucho tiempo contemplando los acontecimientos desde un punto de vista legal más que histórico, fue que el retorno de la monarquía llevó consigo una vuelta a la forma de gobierno que había existido antes del abuso de poder real por parte de Carlos I. Sin embargo, considerando los hechos en su plenitud, la restauración de Carlos II no fue una contra-revolución.

La situación había cambiado de forma notable, y Carlos II lo sabía. La monarquía había sido derrotada ya, en el pasado, y nada le hacía pensar que no pudiera volver a serlo en el futuro. El Parlamento había salido beneficiado de la experiencia revolucionaria, y ahora los asuntos relativos a la política exterior, al comercio y a la religión no escapaban de su competencia. La vuelta a un sistema de gobierno absolutista era harto improbable.

En realidad, las únicas medidas que pueden ser consideradas como contra-revolucionarias fueron tomadas por el propio parlamento, contra los deseos del rey, en relación a determinados asuntos religiosos: mientras Carlos II deseaba la tolerancia para los católicos, el parlamento ordenó la expulsión de una quinta parte de sus clérigos. La defensa de la religión anglicana era, en resumidas cuentas, la defensa de los privilegios y poderes del parlamento, así como de los terratenientes y comerciantes que lo controlaban.

En los comienzos de su reinado, el interminable litigio de interesas entre comerciantes ingleses y holandeses desembocó en otra guerra. Después de fuertes combates navales, los ingleses conquistaron Nueva Amsterdam, a la que rebautizaron como Nueva York, y abandonaron Surinam. La rivalidad anglo-holandesa fue decreciendo a la misma velocidad a la que crecía el poder de Luis XIV en Europa. El rey francés, que quería apodarse de los Países Bajos, intentó aislar a todos los posibles enemigos. Carlos, mostrando poca previsión, se unió a Luis, y firmó con él unos tratados secretos que convenían en anunciar su conversión al catolicismo y recibir seis mil soldados franceses para sofocar cualquier rebelión interna.

Aunque secretos, muchos sospecharon la existencia de estos acuerdos, que sirvieron para fortalecer la oposición y la desconfianza hacia el rey. Los holandeses se salvaron de la destrucción gracias a la habilidades de Guillermo de Orange, y en el 1674 Carlos fue casi obligado por la opinión del país a firmar la paz con ellos. En 1677 se acercaron a un más los lazos: casó a la hija de su hermano Jacobo, María, con Guillermo de Orange, lo que supuso un drástico cambio de política.

Carlos II murió en 1685, dejando el trono en manos de su hermano, Jacobo II. Muchos historiadores han considerado que, en la política confusa en intrigante de su reinado hemos de percibir los inicios de la contemporánea política de partidos. Y sí es cierto que, aunque salvando las distancias, la época marcó el inicio de los dos grandes partidos británicos: el Whig (liberal) y el Tory (conservador).