Los jíbaros
Jíbaros es el nombre con el que peyorativamente denominaron los conquistadores españoles a los aborígenes shuar que poblaban y pueblan la zona selvática de Perú y Ecuador y las zonas aledañas. Son muy belicosos y gracias a ellos resultaron indemnes tanto a la conquista que pretendieron los incas sobre su territorio en 1490, como a los españoles un siglo después.
La particularidad de su cultura que los hace singulares y muy conocidos es su técnica de reducir cabezas de los jefes enemigos derrotados, la que es cortada y le retiran la piel; luego la colocan en agua hirviendo, para que se reduzca en tamaño, la acondicionan con ciertos aceites y luego es rellenada con una piedra, para finalmente colocarla bajo el humo para terminar la obra y retirar la piedra, quedando la cabeza en un tamaño que es la cuarta parte de lo que era en su origen, siendo una tarea que les lleva casi dos días completos, y en esas cabezas se alberga el alma vengadora que luego logra expulsarse y enviarse lejos, cuando se le hagan rituales.
Los jíbaros cultivan tubérculos, maíz, maní yuca y plátano. Los hombres cazan y pescan, mientras las mujeres cuidan sus plantaciones, recolectan los frutos y preparan chicha. Además, son expertos en la elaboración de artesanías, principalmente con materiales naturales como plumas, semillas y madera. Sus creaciones son muy valoradas y se han convertido en una fuente importante de ingresos para la comunidad.
Creen en espíritus que habitan en las aguas de la selva, siendo especialmente importante, Arútam, de proveer del vigor masculino, al que los varones jíbaros buscan desde niños, quedándose en la selva cerca de las cascadas sagradas, hasta que luego de ayunar y tomar agua de tabaco son capaces de tocar con su mano el espíritu que les proporciona el ansia guerrera: cuantos más enemigos mate, más fuerte el jíbaro será. La vida es considerada un ciclo que al terminar reinserta el espíritu del muerto en algún descendiente. Sus dioses principales son: Etsa que representa el bien, en oposición a Iwia, representante del mal; el que es símbolo de fortaleza es Shakaim; el de la fertilidad es Nunkui y Tsunki, es el que encarna la salud. El Uwishin, es el chamán que actúa mediando entre los hombres y los dioses.
Los jíbaros tienen una rica tradición oral, transmitiendo sus historias y leyendas de generación en generación. Estas narraciones, llenas de mitos y personajes sobrenaturales, son una parte esencial de su identidad cultural y una forma de enseñar a los más jóvenes sobre sus costumbres y valores.
A pesar de los desafíos que han enfrentado a lo largo de la historia, los jíbaros han logrado preservar su cultura y tradiciones. Aún existen alrededor de cuatro mil jíbaros en la selva oriental de los Andes, que siguen peleando entre grupos y viviendo de la caza, la pesca y la recolección de frutos. Sin embargo, también están adaptándose a los cambios del mundo moderno, buscando formas de mantener vivas sus tradiciones mientras interactúan con la sociedad más amplia.
