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Martín Lutero y la reforma protestante

Publicado por Hilda

Martin LuteroNació el 10 de noviembre de 1483 en Eisleben (Alemania), siendo sus padres, Hans y Margarette Lutero.

Educado en los mejores colegios, abandonó la carrera de Derecho, luego de protagonizar un episodio que puso en riesgo su vida, y para lo cual solicitó ayuda a Santa Ana, a cambio de convertirse en monje.

Tras el aparente milagro, ingresó en cumplimiento de su promesa, en 1505, en el monasterio agustino de Erfurt, donde realizaba duros actos de penitencia y constantes confesiones, considerando a Dios como un juez severo. Esta idea la revisará en 1513, cuando comprende que el perdón y no el castigo, será el medio que unirá al hombre con el Creador.

Se dedicó con pasión a los estudios bíblicos y a su enseñanza, en contraposición con el resto de los clérigos, que tenían muy pocas oportunidades de acceder a la educación.

Muchos desempeñaban otras tareas además de las religiosas, con lo que desatendían sus deberes pastorales y se ocupaban fundamentalmente de sus problemas temporales.

El estado absolutista tenía cada vez mayor influencia sobre la Iglesia, y el Humanismo y el Renacimiento, comenzaban a opacar su poder. El hombre, colocado ahora en el centro del mundo, exigía una religión “explicable”, no sólo por la fe.

Sin embargo, existió una diferencia fundamental entre los hombres renacentistas y los reformistas, ya que los primeros creían al hombre como constructor de su destino, capaz de superarse por su capacidad y voluntad, mientras los segundos, no concebían la salvación humana, ajena a la gracia de Dios.

En el año 1510, tras una visita a Roma, Martín Lutero, regresó profundamente decepcionado por la corrupción que vivenció respecto a la religión que él tan estrictamente observaba.

En el año 1517, contrariado por la venta de indulgencias, certificados papales, que liberaban de toda culpa a sus poseedores a cambio de dinero, elaboró noventa y cinco tesis que colocó en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg.

Cuestionó la autoridad del Papa, sobre cuya autoridad colocó a la Biblia. Redujo a tres los sacramentos: el bautismo, la comunión y la penitencia, y rechazó la creencia del pan y el vino como la carne y sangre de Cristo (transustanciación).

Afirmó que el hombre era “débil y pecador” y por lo tanto su salvación se lograría por la fe y no por las obras que realizara.

Propuso la libre interpretación de la Biblia y no la impuesta por la autoridad papal.

En 1521, Lutero fue excomulgado, tras presentarse y no aceptar cambiar sus expresiones, ante la Dieta de Works, convocada por Carlos V con el fin de que confirmara sus dichos o se retractara, otorgándole un salvoconducto para garantizar su seguridad.

Esto recrudeció sus críticas, que se extendieron a la confesión, a la absolución, a los votos monásticos y al celibato sacerdotal. Él mismo contrajo enlace en 1525 con una monja a quien había ayudado a huir del Convento, junto a otras religiosas, y fue padre de seis hijos.

La prédica luterana se extendió por muchas regiones de Alemania, consolidándose en Silesia, Brunswick, Brandenburgo y Schleswig-Holstein. Contribuyó a esta difusión la invención de la imprenta.

Aceptaba el concepto de predestinación, y promovía el trabajo como espiritualidad, y forjado por la providencia, en contraposición con la Iglesia romana, que condenaba el desarrollo económico. Esto motivó que entre los sectores de la nueva burguesía la reforma encontrara sus más fieles adeptos.

Los campesinos alemanes, si bien habían aceptado sus ideas y consideraban a Lutero como su líder, exigían reivindicaciones sociales, las que trataron de lograr por la violencia, medio que el reformador repudiaba.

Coherente con sus ideas de aceptar el gobierno civil y el orden social, como impuestos por Dios e imposibles de desconocer sin atentar contra el Señor, apoyó a los Príncipes en su lucha contra el campesinado hostil.

El movimiento fue aniquilado, y su líder, Thomas Münzer, que había sido discípulo de Lutero, y que consideraba a los príncipes como “rufianes impíos” fue torturado y decapitado.

Los campesinos consideraron a Lucero como traidor luego de estos sucesos, y el movimiento reformista perdió parte de su fuerza.

La iglesia amenazada, impulsó la Contrarreforma, a través del Concilio de Trento y de la Compañía de Jesús.

A partir de la Reforma la Europa cristiana se dividió en católica, aceptando al Papa de Roma, como su jefe y las tradiciones romanas en su fe y su culto, con el nombre de católica apostólica romana; y protestante cuyas iglesias se diseminaron por Europa sin reconocer al Papa romano.